Imaginemos por un momento que la empresa más grande del país deje de pagar a sus contratistas. La crisis que se vendría en la economía tendría efectos en todos los niveles. Es lo que está ocurriendo en Pemex.
Se esperaba que con la llegada de Víctor Rodríguez Padilla como director general de Pemex, y con el nombramiento de Néstor Martínez Romero como director de Pemex Exploración y Producción, en el segundo piso de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, las cosas comenzarían a mejorar en temas energéticos, más aún, se confíaba en que se diera continuidad al rescate del sector petrolero iniciado con el expresidente Andrés Manuel López Obrador, donde se logró una estabilización en la producción petrolera, aumento en las reservas de hidrocarburos, así como el rescate de refinerías y la construcción de Dos Bocas.
Sin embargo, parece ser que los 90 días del periodo de transición no han sido suficientes, y tampoco los 60 días que llevan de gestión, pues existe una crisis en la relación con contratistas y proveedores de Pemex por falta de pago, debido a deuda vencida, misma que los nuevos académicos llevan cinco meses intentando sentarse en los procesos para entender sin siquiera evaluar las afectaciones irreversibles de producción de aceite y erosión financiera social.
Ahora que Pemex volverá a ser empresa pública, y que el gobierno federal ha anunciado que se llevará en un periodo de180 días, y que incluirá como parte del fortalecimiento financiero el cumplimiento de compromisos de pagos a proveedores, el tiempo se convierte en el peor enemigo de Pemex, pues sumarian entonces 150 días de diseño de estrategias más 180 días de implementación; para un total de 330 días, casi un año… este tiempo sin duda alguna que ha transcurrido, y lo que falta, ya rebasó a los proveedores y contratistas de Pemex han entrado en estado de emergencia y desesperación, al no poder subsistir más tiempo sin pago por parte de Pemex.
Un ejemplo es el paro de actividades de la empresa Opex, dedicada a la perforación, que, ante una deuda de más de 10 mil 500 millones de pesos, no pudo continuar operando ante la falta de fluidez. Opex ha perforado más de 120 pozos en México y cuenta con más de 5 mil colaboradores directos e indirectos. Pero, así como este caso, existen otros tantos más de empresas contratistas que han suspendido parcial o totalmente sus actividades, tales como Diavaz, Cotemar, Oceamar, Kol Tov, Corneluis, Latina, Chemiservics, Riansa, Olimpia, PFM, PIN, Sepec, GSM, Mexxus, Pimex, Gitsa, IPS, Geolis, Vordcab, TP Mexicana, entre otras tantas más. Lo que ha provocado demandas laborales y mercantiles por los despidos masivos de personal y falta de pagos a terceros; incluso afectaciones por salarios incompletos, empresarios afectados, comercio (hoteles, restaurantes, etcétera) parados por efecto dominó; derivado de la falta de pago por parte de Pemex.
No hay que perder de vista que este paro de actividades de proveedores y contratistas se traducirá en afectaciones a la producción de hidrocarburos, por lo que se ve difícil que se llegue a las metas planteadas en la presente administración. Lo extraño de esta lista es que solo se trata de Pymes mexicanas, pues no aparecen ninguno de los gigantes transnacionales que durante mucho tiempo tuvieron el monopolio del mercado petrolero en México como SLB, Halliburton, Baker, Weatherford, que continúan operando sin queja alguna y ahora acaparando el mercado petrolero mexicano a mayores precios y evitando que la riqueza mexicana se quede en México. Pareciera que se trata de una estrategia errónea o una mala directriz del perfil más bien académico de los responsables de la nueva admiración en Pemex.
Pero no es todo, en las principales zonas petroleras del país como Ciudad del Carmen y Villahermosa, se han convocado a paros y cierres en las principales carreteras y accesos a estas ciudades por parte de empleados y sindicatos petroleros con la finalidad de buscar que sean escuchados, ya que, a decir de ellos, ni Víctor Rodríguez Padilla ni Néstor Martínez Romero están interesados en buscar soluciones para saldar las enormes deudas a proveedores y contratistas.
La crisis económica, financiera y laboral que se avecina en el sureste del país es un foco rojo que alcanzará a los estados que no son beneficiados directamente por la industria petrolera. Sin embargo, aún están a tiempo de resolverlo.