Energía para todos

¿Cómo va la soberanía energética?

La marcha convocada por López Obrador para el sábado no sólo es para conmemorar la expropiación petrolera, sino para defender la soberanía energética.

Cada año me pregunto lo mismo: ¿por qué en sexenios pasados se festejaba el Día de la Expropiación Petrolera? Por décadas, el intento de celebración del 18 de marzo se limitaba a una acto protocolario en alguna instalación de Pemex, donde el presidente de México en turno daba un tibio discurso sobre la necesidad de cambiar el rumbo energético del país, revestido de vítores de los empleados sindicalizados, de los cuales pocos entendían la ironía de dicho bucle anual.

Sin embargo, dada la política nacionalista que ha impulsado al obradorismo, y que se ha sentido en el país durante los últimos cuatro años, podemos afirmar que la celebración del día cuando el entonces presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación de la industria petrolera en 1938, cobra nuevamente sentido en la realidad mexicana.

La marcha para conmemorar el festejo este sábado, convocada por el presidente López Obrador, no sólo contempla al sector petrolero, sino habla de la soberanía energética, desde la cual el gobierno de México ha librado batallas en diferentes frentes y en todos los sectores, y donde ha conseguido victorias, empates y derrotas.

Por mencionar algunos episodios, podemos destacar aquí la encarnizada batalla en tribunales que aún se vive por una nueva Ley de la Industria Eléctrica, donde ante la imposibilidad de modificar la Constitución, se ajustaron diversos puntos de la legislación secundaria; digamos que fue la primera vez que el gobierno aplicó el plan B, fórmula que hoy replica en el ámbito electoral.

En materia petrolera, pese a las presiones, ni una sola adjudicación ni contrato se han otorgado a las empresas privadas, quienes tienen un pie fuera del país, y para ello basta enlistar los proyectos que han abandonado, ante la imposibilidad de ver en México un futuro.

En materia de petrolíferos se reordenaron los permisos de importación, a través de los cuales se ‘huachicoleaba’ derivados del crudo que hacían pasar por gasolinas y diésel, con la finalidad de inundar el mercado de productos en una clara competencia desleal con los empresarios serios y establecidos.

Sin embargo, uno de los grandes pendiente seguirá siendo la alta dependencia del gas natural del extranjero, esto, pese a las batallas legales y negociaciones que ha logrado concretar la Comisión Federal de Electricidad (CFE), quien fue elegido como albacea de administraciones pasadas que se emPEÑAban por construir gasoductos a diestra y siniestra.

Por otro lado, la modernización de las refinerías del país, a pesar de ser una correcta decisión, sigue pendiente por dar los resultados esperados para impactar en las importaciones, una responsabilidad que también recae en la nueva refinería, cuyo primer barril tiene que ver la luz el próximo 1 de julio.

Si bien el discurso del gobierno actual es congruente con lo que se festeja, México está aún lejos de poder proclamar una total soberanía energética, sin embargo, se han sentado bases para un futuro.

COLUMNAS ANTERIORES

T-MEC 2026, revisión a la vista
Contra la pobreza energética

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.