Ha pasado un mes desde que dimos a conocer en este espacio el caso de Justino Raúl Muñoz Téllez, Administrador Desconcentrado de Auditoría Fiscal del SAT en Querétaro*, quien enfrenta dos denuncias ante la Fiscalía General de la República (FGR); una por actos de corrupción en el manejo discrecional de devoluciones fiscales; y otra por presunta extorsión, esta última ya en etapa activa de investigación.
Sin embargo, y a pesar de las claras evidencias de su mal actuar con los contribuyentes, quienes lo acusan de pedir moche a cambio de arreglar su situación fiscal, el funcionario público continúa despachando como si nada hubiera pasado.
Y es que es al parecer, poco importa lo que ocurre en Querétaro al Jefe del SAT, Antonio Martínez Dagnino, a pesar de que las denuncias, en poder de este espacio, detallan abuso de autoridad, presiones indebidas y resoluciones arbitrarias en perjuicio de contribuyentes, particularmente en trámites de devolución de saldos a favor. En el caso señalado con folio DC042400039936, el procedimiento avanzó únicamente tras una reunión directa con Muñoz Téllez, sugiriendo un patrón de actuación opaco y condicionado.
El tema es grave, pues existen señalamientos de que Justino Muñoz ejerce presión indebida aprovechándose de la urgencia de los contribuyentes por recibir sus devoluciones, lo cual ha derivado en la sospecha de que se condiciona el avance o resolución favorable de los trámites a la búsqueda de beneficios indebidos por parte del funcionario.
Ante los hechos, y la evidente omisión por parte del SAT, que depende de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que lleva Edgar Amador Zamora, es imprescindible cuestionarse ¿qué poderoso manto cubre a Muñoz Tellez?, pues trascendió que esta no es la primera vez que es señalado. Recordemos que un caso similar motivó a que se le removiera de la oficina del SAT en Aguascalientes.
¿Qué tan bueno ha sido Morena administrando la historia?
Quizá el adjetivo más apropiado para describir el legado de Andrés Manuel López Obrador es “histórico”. Desde que inició su lucha social, ergo, movimiento político que ganó la Presidencia de México en 2018, el tigre de Macuspana ha escrito todo un capítulo en la historia de México, algo innegable incluso por los enemigos más férreos del obradorismo.
Sin embargo, esa gran herencia histórica que Morena, sus dirigentes y militancia, recibió del obradorismo, está en riesgo con las constantes ridiculizaciones que sus líderes, por nepotismo o por mérito, ejercen ya de manera cotidiana, sin aparentes consecuencias.
Lujos, vidas acomodadas pero no explicadas, excesos, entre otros desfiguros, solo hacen gala de la soberbia que gobierna las altas cúpulas de Morena.
Un nombre y un apellido no basta. Andrés Manuel, el original, el del Jetta y los 200 pesos en la cartera, el que enfrentó a poderosos y arrebató poderes fácticos, no puede sentirse orgulloso con lo que están haciendo con su legado. Transformó la vida pública del país y se exilió, y hasta en eso ha cumplido.