La minería es una industria intensiva en el uso de energía. De acuerdo con la Cámara Minera de México (Camimex), en 2020 consumieron más de 10.803 millones de megawatts hora (MWh), más o menos lo que se genera en un estado como Chiapas, Durango, o un poco menos que en Baja California.
Sin embargo, las empresas del sector atraviesan una cruzada por consumir energía más verde. Un reporte de la Caminex afirma que entre 2019 y 2020 pasaron de consumir un 54 por ciento de la energía proveniente de fuentes fósiles, a 35 por ciento; en contraste, el uso de energías limpias dieron el brinco de 14 a 31 por ciento en el mismo periodo.
A detalle, la industria que aporta más del 8 por ciento del PIB dio pasos agigantados. En cuanto al consumo de energía eólica logró un incremento en 2020 de 243 por ciento al pasar de 3 mil 91 Gigawatts hora (GWh), a 900 GWh en solo un año; pero no es todo, en cuanto a energía solar fotovoltaica, el año pasado lograron apenas 0.017 GWh, pero 16 veces más contra o reportado al cierre de 2019.
En este sentido, también destaca que las mineras se estrenaron el proyectos hidroeléctricos en 2020, logrando consumir de esa fuente de energía, la preferida por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, más de 251 GWh.
Los esfuerzos han sido muchos y de todos los tamaños. Destacan por ejemplo la central eólica Mesa La Paz, que Industrias Peñoles echó a andar en Tamaulipas en 2020, y con la que ya logró alcanzar el 40 por ciento de su propia energía proveniente de fuentes renovables.
Este año, Grupo México echará a andar el parque eólico Fenicias, que aportará 168 MWh desde Nuevo Léon, y con el que lograrán un 20 por ciento de energía verde.
Otras de menor tamaño como como Compañía Minera Cuzcatlán también ponen su granito de arena. Trascendió esta semana que instalaron 72 paneles solares con una generación de 10 kilowatts hora (KWh) en la mina San José, que operan en Oaxaca, y con el que se proyectan ahorros anuales por 105 toneladas de gases de efecto invernadero.
Fuego en la CRE
Desde hace más de un año la Comisión Reguladora de Energía (CRE) era una olla exprés y solo era tiempo para que reventara. La salida de Miguel Ángel Rincón de la Secretaría Ejecutiva fue un buen movimiento por parte del Gobierno Federal, una política frente a las presiones de empresas que denunciaban extorsión sistemática e inoperancias, un tema que hemos reportado con oportunidad.
Sin embargo, el escándalo refleja la debilidad institucional de la CRE, atizada por las constantes pujas de poder entre quienes integran su Órgano de Gobierno, y ante la incapacidad de trabajar de manera coordinada, el nuevo secretario será lo de menos. Ayer nombraron a Guillermo Vivanco Monroy, quien tendría firmados contratos vigentes con proveedores de la CRE, será necesario aclarar para que ese nombramiento no nazca muerto.