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La armonización empieza mañana

Amepres y Fifarma impulsan convergencia, digitalización y diálogo. La meta: trámites simples, vigilancia eficaz y acceso más rápido a innovaciones. La región avanza cuando autoridades, industria y academia colaboran con métricas y resultados.

Sin duda, la regulación sanitaria suele parecer un laberinto reservado a especialistas, pero su efecto es inmediato: determina qué tratamientos llegan, cuándo y con qué garantías. Por eso el 10º Encuentro Internacional de Regulación Sanitaria, que se llevará a cabo de manera virtual a inicios de noviembre próximo, representa una oportunidad concreta para México y América Latina: pasar de los diagnósticos a los resultados.

Si el foco es la convergencia regulatoria, la digitalización inteligente y la colaboración informada entre autoridades e industria, el beneficiario final será el paciente. En un contexto de reformas y de alta demanda social de transparencia, “la regulación que llega a tiempo también salva vidas”, expresa en entrevista la QFI Carmen Margarita Rodríguez Cueva, presidenta de la Asociación Mexicana de Profesionales en Regulación Sanitaria e Insumos para la Salud (Amepres).

Carmen Margarita Rodríguez Cueva (Especial)

El programa de dicho encuentro internacional pone sobre la mesa los temas que mueven la aguja: ventanillas únicas con trazabilidad end-to-end, expediente y etiquetado electrónicos, analítica para priorizar riesgos, y espacios de reliance que eviten duplicidades sin ceder rigor. México tiene avances: más procesos digitalizados y una conversación más abierta con la industria. Falta cerrar la brecha entre la velocidad de la innovación y el tiempo que tardan los trámites. La fórmula no es compleja: reglas claras, calendarios públicos, tableros con indicadores (tiempos de aprobación, hitos por tipo de trámite) y mecanismos de mejora continua. “Lo que se mide, mejora; lo que se publica, se acelera.”

Farmacovigilancia y tecnovigilancia son el otro pilar. No basta con aprobar: hay que seguir lo que ocurre en la vida real. Formatos simples para reportar eventos adversos, interoperabilidad entre bases públicas y privadas, y auditorías que prioricen riesgo elevan la confianza del sistema. Aquí la digitalización no es un adorno, es el instrumento que convierte datos dispersos en decisiones clínicas y regulatorias. En paralelo, la investigación clínica exige atajos bien diseñados: criterios uniformes para comités, ventanillas coordinadas y metas de tiempo por tipo de protocolo. Cada semana de espera puede excluir a México de estudios globales; cada semana ganada abre puerta a terapias y conocimiento local.

El valor del encuentro también está en el tejido que crea. América Latina no parte de cero: Brasil, Colombia, Chile y México acumulan prácticas que, si se comparten con método, reducen curvas de aprendizaje. La industria aporta trazabilidad, calidad y experiencia operativa; la autoridad, legitimidad y cuidado del interés público; la academia, evidencia. Cuando estos tres vértices trabajan con una ruta y métricas comunes, la convergencia deja de ser un eslogan y se vuelve una rutina.

Si de este 10º Encuentro salen tres compromisos puntuales —plazos objetivo para trámites prioritarios, un tablero regional de vigilancia postcomercialización y un piloto de reliance con indicadores trimestrales—, México y la región estarán un paso más cerca de un regulador ágil, confiable y orientado al paciente. La buena noticia es que el consenso existe; toca convertirlo en calendario y resultados. Porque la mejor política de acceso no se escribe en discursos: se publica en tiempos, se audita en datos y se siente en las salas de espera.

Sala de Urgencias

  • El gobierno federal afirma que el abasto de medicamentos en IMSS, ISSSTE e IMSS-Bienestar ronda el “casi 100%”. Según el subsecretario Eduardo Clark, los faltantes obedecen al incumplimiento de 33 proveedores, y la presidenta Claudia Sheinbaum advirtió denuncias penales si se acredita dolo. El mensaje busca certeza, pero omite un punto clave: el propio Estado mantiene con la industria un pasivo superior a 20 mil millones de pesos, que erosiona la liquidez de laboratorios, distribuidores y farmacias y limita su capacidad de surtir.
  • La exhibición pública, sin reconocer adeudos, agrava la desconfianza y desplaza lo importante: que los tratamientos lleguen sin interrupciones. El sector farmacéutico reitera su voluntad de asegurar el suministro y elevar la transparencia, pero pide reglas claras, calendarios de pago y certidumbre.
  • La ruta es práctica: conciliar cuentas, normalizar flujos, fortalecer compras y medir la distribución con tableros públicos y correcciones rápidas. Sólo así el discurso de abasto pleno se volverá realidad en farmacias y hospitales, donde la política se traduce en medicinas disponibles para los pacientes. Al tiempo.

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