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La revolución silenciosa en el quirófano

México tiene talento, experiencia y compromiso médico. Lo que necesita ahora es entender que invertir en tecnología aplicada a la salud no es un lujo, sino una urgencia. Porque la cirugía del mañana se está ensayando hoy.

La cirugía torácica de mínima invasión y la robótica médica están transformando la atención en salud. Menos dolor, más precisión y una recuperación acelerada son los nuevos estándares en un campo donde la tecnología y la humanidad deben caminar de la mano.

No hacen ruido, pero están cambiando el mundo. Los brazos de un robot quirúrgico no tiemblan, no se fatigan y pueden acceder a zonas que antes eran inalcanzables. Esta revolución tecnológica, que ya está en marcha en hospitales de todo el mundo, ha comenzado a transformar el rostro de la medicina. En particular, la cirugía torácica ha encontrado en la robótica una aliada poderosa: procedimientos más precisos, menos invasivos y con mejores resultados para los pacientes y el sistema de salud.

Atrás quedaron las grandes incisiones, el dolor posoperatorio intenso y las largas estancias hospitalarias. Hoy, un tumor pulmonar puede extirparse mediante incisiones milimétricas, con una recuperación más rápida y menos uso de analgésicos. Esto no solo mejora la experiencia del paciente, sino que también reduce el riesgo de complicaciones y aligera la carga económica para hospitales y aseguradoras.

De hecho, la cirugía torácica de mínima invasión ha sido uno de los campos más favorecidos por esta evolución. Gracias a plataformas como el sistema robótico Da Vinci, los cirujanos pueden visualizar el interior del cuerpo humano con una precisión sin precedentes. Ópticas en tercera dimensión, magnificación digital y pinzas de apenas tres milímetros permiten maniobras quirúrgicas impensables hace dos décadas. Además, la posibilidad de operar desde una consola mejora la ergonomía del cirujano, reduce el desgaste físico y amplía su vida profesional. Una medicina más amable no solo con el paciente, sino también con quien lo opera.

Uno de los pioneros en México en aplicar estas tecnologías a la cirugía torácica ha sido el doctor José Manuel Mier Odriozola, quien realizó la primera intervención robótica de cáncer de pulmón en el país en 2017. Desde entonces, la robótica ha dejado de ser algo extraordinario para convertirse en una necesidad, sobre todo ante los desafíos que enfrenta el sistema de salud. “Somos un país con más de 130 millones de habitantes con apenas un centenar de cirujanos torácicos certificados, la urgencia por modernizar la infraestructura médica es evidente”.

Pero la tecnología por sí sola no basta. Hace falta visión institucional, voluntad política y, sobre todo, una cultura médica que entienda a la innovación no como una amenaza, sino como una herramienta para ampliar el acceso y mejorar la calidad. La resistencia cultural sigue siendo una barrera. Muchos pacientes aún desconfían de los robots, porque los ven como máquinas frías e impersonales. Lo cierto es que, bien aplicadas, estas herramientas no sustituyen al médico: lo fortalecen. Un cirujano entrenado en robótica no deja de ser humano; se vuelve más preciso, más eficiente y empático, al poder enfocarse en lo que realmente importa.

En ese sentido, la robótica médica también tiene un componente profundamente ético. Democratizar el acceso a procedimientos de alta especialidad mediante inteligencia artificial (IA) y conectividad remota es una forma concreta de cerrar la brecha entre centros urbanos y zonas marginadas. No es necesario construir decenas de hospitales en lugares apartados si se puede dotar a clínicas regionales de tecnología capaz de transmitir imágenes en tiempo real o permitir intervenciones asistidas a distancia.

El caso del cáncer de pulmón es emblemático. Es la principal causa de muerte por cáncer en México, y en la mayoría de los casos, se detecta en etapas avanzadas. Sin embargo, cuando se diagnostica a tiempo y se aplica una cirugía mínimamente invasiva, las probabilidades de curación pueden superar el 90%. Aun así, la detección temprana sigue sin formar parte de los planes institucionales. Implementar tamizajes mediante tomografía de tórax en población de riesgo sería una decisión estratégica con impacto directo en la esperanza de vida. La tecnología está disponible. Lo que falta es voluntad.

Sin duda, la medicina del futuro ya está aquí. Habla en el lenguaje de la robótica, del Big Data, de la IA y de la personalización del tratamiento. Pero también exige una reconexión con los valores fundamentales de la profesión médica: servicio, empatía, prevención y justicia social. El reto es integrar ambas dimensiones: tecnología de punta con vocación de servicio. Una medicina que no solo cure, sino que también acompañe.

México tiene talento, experiencia y compromiso médico. Lo que necesita ahora es entender que invertir en tecnología aplicada a la salud no es un lujo, sino una urgencia. Porque la cirugía del mañana se está ensayando hoy. Y cada día que pasa sin incorporarla plenamente, se traduce en vidas que podrían haberse salvado.

Sala de Urgencias

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