El error histórico de Andrés Manuel López Obrador fue entregarles el poder a las organizaciones criminales. El legado histórico de la presidenta Claudia Sheinbaum dependerá en gran parte de la capacidad que tenga de debilitar el control de los criminales y mitigar el efecto que tienen los criminales sobre la gobernanza y el bienestar de todos los ciudadanos del país. Y, lo irónico es que, Donald Trump podría pavimentar el camino para recuperar el control territorial y político para la presidenta Sheinbaum.
Cuando Andrés Manuel López Obrador tomó protesta como presidente en diciembre 2018, claramente era el mandatario electo más poderoso en los últimos 90 años: Durante los seis años de gobierno la popularidad de AMLO era innegable en las encuestas, una oposición destruida y con la destrucción de los pesos y contrapesos, esto permitió que impusiera su voluntad a su antojo-nadie, ni nada lo detendría.
¿Entonces, porque permitió que el crimen organizado se apoderada del país? Todos los indicadores y reportes nacionales e internacionales subrayan que, aunque los homicidios se redujeron levemente durante su sexenio, incrementó dramáticamente las desapariciones y las extorsiones: claras señales de que también había incrementado el control territorial por estas organizaciones criminales-ahora consideradas como terroristas por los estadounidenses.
¿Siendo un presidente tan poderoso, por qué López Obrador les entregó el país? Se calculó que la única forma de asegurar el control político para Morena a nivel nacional era ceder la plaza a las organizaciones criminales que aseguraría recursos y votos. O simple y llanamente López Obrador era un presidente amenazado y extorsionado usando información que pudieran balconear las organizaciones de los vínculos de él, su familia y su movimiento.
Esto explica en parte porque AMLO sintió la necesidad de viajar por lo menos seis veces a Badiraguato, reunirse públicamente con la madre de Joaquín “el Chapo” Guzmán, y defender a ultranza al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha. O sea, en lugar de imponerse como presidente ante las amenazas, decidió someterse él y el país a los designios de casi todas las organizaciones criminales del país.
Por eso denominó su estrategia “abrazos y no balazos”, aunque inicialmente quiso justificar sus acciones como la pacificación del país, de plano dejó de usar el verbo “pacificar”, porque estaba entregando el poder y el país a las organizaciones criminales.
Ahora con la llegada de la presidenta Claudia, quién ciertamente es aún más poderosa que su antecesor y mentor, la pregunta es ¿Por qué no recuperar el poder que cedió López Obrador a las organizaciones criminales? Enfrentar las organizaciones criminales, políticos y empresarios podría ser el factor que asegure la gobernanza del país, del partido, y facilitar la relación con Estados Unidos en un momento clave.
Porque, además de la violencia que ejercen estas organizaciones, la otra arma que pueden usar las organizaciones criminales es balconear sus vínculos con la clase política. Es aquí donde la presidenta Sheinbaum tiene que tomar una decisión difícil y fundamental de cómo quiere que se le recuerde: ¿Cómo la presidenta que protegió a exfuncionarios y empresarios que están vinculados con las organizaciones “terroristas”? O le dará prioridad a tomar los pasos retomar control del país, del partido y de la economía.
Y es que, parecería que Donald Trump no le está dando muchas opciones a la presidenta al ejercer presiones, casi a diario, desde la Casa Blanca, el Departamento de Estado, Justicia, Tesoro y Seguridad Interna, quienes han balconeado empresas, empresarios, jefes de cárteles, políticos y funcionarios, que estarían vinculados a las organizaciones criminales. Con toda la información que han recopilado los organismos de inteligencia y procuración de justicia estadounidense, la estrategia dejó de exigir la extradición o la entrega de jefes de cárteles. Ahora, lo que busca Trump y su equipo es desmantelar el poderío que ejercen estas organizaciones sobre la política y la economía mexicana.
La presidenta Sheinbaum parece que no tiene muchas opciones excepto cooperar. USA perseguirá las organizaciones mexicanas con o sin su anuencia. “Colaborar no significa que se viole la soberanía del país” afirmó la presidenta -especialmente si se entrega de delincuentes, reciben recursos, capacitación, y el intercambio de inteligencia e información que permite debilitar a estas organizaciones criminales y sus aliados políticos y empresariales.
A menos de un año de celebrarse el Mundial de la FIFA, las elecciones intermedias en dos años, y las elecciones nacionales en cinco años, perseguir los “terroristas”, sus aliados y las empresas aliadas que se han beneficiado gracias a la corrupción, ella necesita urgentemente recuperar el poder y control político. Trump podría ser un aliado incómodo, pero muy efectivo.