La amenaza de que nuevamente AMLO saldrá de su madriguera en un recorrido por el país para defender a su discípula, digo, para defender a la democracia, habla del temor que existe en el oficialismo de perder las elecciones intermedias de 2027, no obstante que, por lo menos en este siglo, ningún presidente ha tenido tanto poder como el que hoy ostenta Claudia Sheinbaum.
Los casos de huachicoleo fiscal y todos sus tentáculos de corrupción, las manifestaciones de campesinos, transportistas, Generación Z, entre otras, y, por supuesto, la violencia e inseguridad pública que ya hicieron metástasis en buena parte del territorio nacional, han puesto a la jefa del Ejecutivo Federal contra la pared.
Sin considerar el estancamiento económico que antecede a la recesión y todo ello enmarcado por la relación tan complicada con el gobierno del presidente Donald Trump.
El aviso sobre la reaparición pública del tabasqueño no es circunstancial, sino que responde a la imperiosa necesidad de apuntalar al gobierno de la 4T, en momentos en que se desmorona por la complejidad de toda la problemática que enfrenta la doctora y que luce sola, en virtud de que tiene a su lado pocos incondicionales, ya que buena parte del equipo presidencial, y no se diga del gabinete y del Congreso, responde a las indicaciones de López Obrador.
La gesta heroica de convertirse en la primera mujer presidenta de la República conlleva la enorme responsabilidad de romper amistosamente con su antecesor y mentor para brillar con luz propia y estar a la altura de las expectativas; empero, no la dejan y, al parecer, ni ella quiere.
El talante autoritario mostrado por la doctora ante sus opositores revela sus limitaciones como política y como una estadista con altura de miras que considera como condición indispensable tender puentes de comunicación y entendimiento con los opositores para buscar acuerdos que redunden en la gobernabilidad y la paz social.
Con un pueblo polarizado, en momentos de grave tensión social, como ha ocurrido en las últimas semanas, es caldo de cultivo para el descontento y la disrupción y, como se ven las cosas, la temperatura del encono social seguirá en aumento.
La sola mención del regreso de AMLO a la vida pública con el pretexto de presentar su más reciente libelo hace mella en la imagen de Sheinbaum y la demerita en su gestión por alentar las versiones que aseguran que es un títere.
Obrador se siente con la fuerza para que Morena mantenga la mayoría calificada en la Cámara de Diputados federal y gane la mayoría de las 17 gubernaturas que estarán en juego en 2027, además de alentar la música de los acordeones que acompañarán a la segunda parte de juzgadores que serán electos en esos comicios.
Con el desencanto de buena parte de la población ante los gobiernos de AMLO-Sheinbaum, que se refleja en las cifras negativas de crecimiento, desempleo, inseguridad, violencia, desabasto de medicamentos, crisis en salud, educación y economía, además de la falta de inversión pública y privada, quién sabe qué tan conveniente es su reaparición ante el fracaso de su gobierno, que es considerado uno de los peores en la historia del México posrevolucionario.
He hablado con varios panistas y priistas y todos coinciden en que deben estar desesperados en el oficialismo por la debacle de la presidenta y que la reaparición de AMLO, lejos de ayudar a la 4T, profundizaría los enconos entre sus tribus de forma exponencial.
Lo cierto es que, no obstante las grandes loas que vertió AMLO en torno a la mejor presidenta del mundo, con el solo anuncio de que volverá a la circulación, evidenció de forma clara que la doctora no puede con el paquete.
En la Casa Blanca, en Washington, tienen todo un arsenal completo de revelaciones de narcotraficantes en su connivencia con políticos de altísimo nivel de la 4T y ello incluye, por supuesto, al expresidente López y sus hijos.
Sacar del clóset a un mueble viejo, apolillado y con el estigma de narco, conlleva más riesgos que beneficios y que, en caso de ser errónea esta decisión, sería la puntilla de un proyecto político que apenas habrá durado en el poder no más de tres lustros.