A los detractores y críticos de la 4T, garrote limpio, judicialización de casos, persecución del SAT y otros instrumentos de intimidación que tiene el Estado para aquietarlos; A los simpatizantes y militantes, gracia y perdón.
Ese es el rasero con que mide Claudia Sheinbaum, sin considerar que es la presidenta de todos los mexicanos y no solo de un movimiento político.
La gente está alebrestada contra el gobierno federal. La prueba son las movilizaciones que llevan a cabo los campesinos, transportistas, personal médico, trabajadores del Poder Judicial y del SAT, madres buscadoras, familiares de pacientes que requieren medicamentos oncológicos.
Ahora, la generación Z demanda atención a sus demandas, que se centran en justicia, educación, seguridad y oportunidades de desarrollo.
Desde el púlpito de Palacio Nacional ya estigmatizó la presidenta a los jóvenes, como carne de cañón de intereses extranjeros (es una estrategia pagada, impulsada por las redes sociales y la derecha internacional); cuando en realidad se trata de un movimiento espontáneo y orgánico de la juventud que en general se mantenía alejada de los malos gobiernos.
Sin embargo, ahora han decidido manifestarse por voluntad propia, aunque le duela a la autocracia.
El día 15 de noviembre, fecha de la movilización Z, habrá otro parteaguas en la historia contemporánea porque la juventud ha decidido participar directamente en contra del gobierno con la pretensión de lograr, como ha pasado en otros países, la caída del régimen autoritario.
En la primera aventura social de la generación Z, los jóvenes se preparan para guardar sus smartphones y saltar a las calles para demandar mejores condiciones de seguridad en el país.
Esto es lo que tiene sumamente preocupado al obradorato. Ha sacado del baúl de la represión todos sus artilugios para apaciguar a los jóvenes revoltosos, como desacreditar y movilizar cuadros radicales de choque de izquierda como la CNTE y los delincuentes del “bloque negro” –estos se incrustan en las manifestaciones para causar destrozos y luego culpar a los organizadores de las marchas–.
La presidenta no solo está preocupada ante el descontento social que prevalece en buena parte del territorio nacional. También observa con temor que toda la farsa que representa la Cuarta Transformación se caiga como un castillo de naipes, porque solo está construida sobre cimientos de mentiras y los programas de asistencia social.
Las elecciones intermedias, junto con la revocación de mandato, son un obstáculo muy difícil de superar para el obradorato.
El voto duro del régimen no pasa el umbral de los 15 millones de sufragios y por ello, pretenden aprobar la reforma electoral y empatar la revocación de mandato con la elección intermedia para subir a la presidenta a las boletas electorales y con ello justificar la elección de Estado que ya se cocina desde Tabasco.
Los arteros asesinatos de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, y del líder limonero de Apatzingán, Bernardo Bravo, derramaron el vaso colmado de afrentas y agravios de una sociedad mexicana que ya se hartó de la violencia, ineptitud, corrupción, inseguridad e ineficiencia del gobierno de Obrador-Sheinbaum.
La gobernabilidad está en vilo y, por ello, el gobierno empieza a replicar lo que se hace en Cuba, Venezuela o Nicaragua, para contener el descontento social.
En la marcha convocada por la generación Z veremos otras expresiones de grupos inconformes contra el régimen. Por ello se encapsuló todo el Centro Histórico y se desplegó todo un operativo federal para, en primera instancia, desacreditar a los opositores y minimizar al número de participantes.
Luego se infiltraron grupos de choque para acusar a la marcha de violenta y, como si ello fuera poco, reprimir y perseguir de forma individual a los líderes y detractores.
La luna de miel entre la ciudadanía y la presidenta solo ha quedado en la propaganda oficial y en las encuestas de opinión cuchareadas.
En realidad, la mayoría de la ciudadanía, incluso muchos de los que votaron por ella, están muy enojados por el fracaso de Morena, es decir, Obrador-Sheinbaum.
Hacemos votos para que las movilizaciones del 15 de noviembre en el país no resulten violentas por la represión gubernamental y los grupos de choque infiltrados.
Además, que se mantenga todo dentro de la paz social y la gobernabilidad. Sin embargo, están todos los ingredientes para que las cosas se salgan de control.