Con sus matices, pero el año de gobierno de la presidenta Sheinbaum ha sido muy similar al de su antecesor, sobre todo en hacer de la mentira y medias verdades la piedra angular del ejercicio del gobierno.
Los datos duros que presentan son sesgados, ya que por ejemplo, señalan que bajaron los homicidios dolosos, pero no dicen nada del incremento de las cifras de desaparecidos; se menciona que ya casi no hay desabasto de medicamentos, pero omiten señalar que los incumplimientos son culpa de proveedores extranjeros, o por el rechazo de los insumos médicos por parte de los almacenes del sector salud, o más grave, porque no se les paga a los laboratorios.
Tanto Pemex como el IMSS-Bienestar, o el ISSSTE, entre otros organismos, contratan servicios y compran productos, pero no pagan.
Cuando se menciona al inédito endeudamiento que se ha hecho en los gobiernos de la 4T, la mandataria menciona que es culpa de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto.
Presume del nuevo Poder Judicial que ahora es del pueblo, pero omite señalar que hubo un nivel abstencionismo del 90 por ciento en la elección y el 10% restante de los empadronados que votaron lo hicieron con el acompañamiento de la música de los acordeones que implicó un fraude electoral sin igual en la historia democrática de México.
Con las reformas a la Ley de Amparo se fortalece el autoritarismo al dejar en total estado de indefensión a los ciudadanos ante el avasallamiento del poder público.
Los derechos humanos de los mexicanos quedarán en entredicho.
Presumen que ya no hay corrupción cuando ha salido a la luz todo el asunto del huachicoleo fiscal que implicó en una primera evaluación, un daño al erario de más 500 mil millones de pesos, además de muertos, desaparecidos y fugas de varios delincuentes, amén de que los peces gordos siguen despachando en el senado o disfrutando de lo mal habido en sus haciendas.
Si no fuera por el gobierno de Donald Trump, conoceríamos muy poco de los narcopolíticos incrustados en la médula de la 4T o de las fechorías de los hijos de AMLO.
Siempre sale a la luz toda la mierda y así seguirá brotando por las alcantarillas del oficialismo, porque existen demasiadas evidencias e información en poder de las agencias de investigación e inteligencia de Estados Unidos que no descansarán hasta poner tras las rejas a todos esos narcoterroristas que atentan contra la seguridad interior de ese país.
Todo es tapadera y complicidad mientras no se demuestre lo contrario.
Elogio en boca propia es vituperio. Las cifras alegres del gobierno de la Cuarta Transformación son muy lejanos a la modestia y a la autocrítica.
Vivimos en un México irreal construido en el aire desde Palacio Nacional.
El vórtice de la popularidad de la mandataria está compuesto por el regalo de dinero público a la población y párele de contar, porque no hay nada más que presumir.
Por supuesto, el viraje de la estrategia en materia de seguridad pública representa un gran avance al contrastarlo con el “abrazos no balazos”, de AMLO, que fue una claudicación del gobierno para empoderar a los criminales que aún mantienen el control en buena parte del territorio nacional.
De igual manera, el nombramiento de Omar García Harfuch ha sido un gran acierto de la presidenta, aunque requiere todavía más apoyo presupuestal e institucional para continuar la cruzada contra los criminales.
Lo hemos dicho en otras ocasiones, la gestión de la primera mujer presidenta podría ser muy exitosa en tanto se quite la cadena de mando que viene desde Palenque.
Mientras no rompa con su mentor, sobre todo en llevar ante la justicia a esos funcionarios públicos de la 4T que han violentado la ley, pues el ejercicio de gobierno será muy limitado por la complicidad y la sumisión.
Ya pasó un año y ya padeció la doctora lo que significa trabajar sin los márgenes de maniobra económicos y presupuestales para emprender nuevos proyectos y corregir todo el desbarajuste que le heredaron y por desgracia seguirá así por el resto de su sexenio. Con un déficit fiscal creciente y con contratación de más deuda a un costo exorbitante, a tal nivel que el próximo año se pagaran 1.7 billones de intereses, no es posible revertir la pobreza y la marginación.
Se ahuyenta la inversión con un estado de derecho endeble y a modo del gobierno.
AMLO repitió hasta el cansancio que ya habíamos alcanzado la soberanía energética cuando se importan más gasolina y gas de los que produce el país, pero eso que importa, si lo relevante es insistir en la mentira para que el pueblo bueno y sabio se trague el anzuelo, aunque con una carnada muy amarga, ya que el costo por litro de gasolina es de 24 pesos por litro, más cara que en Estados Unidos y Canadá.