Para eso pusieron a jueces proclives a la 4T, para cuando llegue a ellos algún caso que se trate de políticos del oficialismo; exonerarlos, sin importar las pruebas, testimoniales, periciales y testigos, no faltaba más, además de que, por supuesto, la FGR hará como que la virgen les habla.
Eso es lo que envalentona a Adán Augusto López en el caso de su exsubalterno, líder de La Barredora, Hernán Bermúdez Requena y su reciente aprehensión por tierras paraguayas y que, en algunas semanas, enfrentará a la justicia que imparte el Poder Judicial del Bienestar.
La cloaca destapada por el gobierno de Estados Unidos y puesta en el escritorio de la presidenta Sheinbaum por parte de Marco Rubio, secretario de Estado del gobierno de ese país, pone en el paredón a funcionarios de AMLO y familiares por el huachicoleo fiscal que extendió sus tentáculos en la Secretaría de Marina, en donde despachaba como titular Rafael Ojeda.
La punta del iceberg de esta escandalosa montaña de corrupción apenas se vislumbra, aunque con el paso de los días y con la información que poseen las agencias de inteligencia del gobierno norteamericano, se conocerá si López Obrador conocía del asunto y qué tanto era su grado de involucramiento, ya por omisión o participación.
No obstante las claras intenciones de echarle tierra al asunto y que solo queden las acusaciones de corrupción en funcionarios de medio pelo y empresarios, la realidad es que son demasiados cabos sueltos los que dejaron los autores de esta trama criminal que ya ha cobrado la vida de por lo menos una decena de involucrados y que, desde hace meses, empezaron a caer.
Entre el poder y el dinero y la participación de los grandes cárteles de criminales, entre ellos el de La Barredora, que también tuvo que ver en el huachicoleo, deambula el caso en las áreas del fiscal Gertz Manero.
Tanto Adán Augusto como Rafael Ojeda, por lo menos, tenían conocimiento de lo que hacían sus amigos, subalternos y familiares, pero que ahora fingen demencia y piden que se les llame a declarar; total, de allí no pasará.
La jefa del Ejecutivo federal tiene tres caminos para resolver esta bomba de tiempo. Uno, dejar que las pruebas hablen por sí solas y no impedir que las investigaciones se interrumpan o se sesguen. Dos, seguir encubriendo a AMLO, familiares y secuaces. Y tres, hacer como que investigan, pero, en realidad, solo dejar el asunto en chivos expiatorios de poca monta.
La primera mujer presidenta tiene en sus manos la disyuntiva de pasar a la historia como una estadista o como una comparsa de su mentor.
El trato que ha tenido Adán Augusto por parte de la doctora es confuso, ya que, por un lado, autorizó que el gobernador actual de Tabasco, Javier May, diera parte a la justicia local de las actividades delictivas del exsecretario de Seguridad Pública de López Hernández; y por otro, no ha procedido directamente contra Adán Augusto, en acciones directas contra él, como por ejemplo, hacerlo a un lado como líder de la bancada de los senadores de Morena, aunque algunos representantes populares del oficialismo aseguran que sus días están contados.
Lo que es un hecho es que AMLO está más activo que nunca, ya que, personalmente, atiende las eventuales consecuencias que pudiera tener para su grupo el tema del huachicoleo y, por ello, ha ordenado a sus incondicionales que rodean a la presidenta de la República estar atentos para que no se vayan a tomar decisiones en la cúpula del poder que, eventualmente, puedan afectarlos.
Entre las cortinas de humo y fuego pirotécnico que se sueltan en Palacio Nacional y las absurdas acusaciones contra el PRIAN y sus principales representantes, tratan de diluir el mayor caso de corrupción que en México se tenga memoria.
Los casos de la estafa maestra del anterior sexenio, de Segalmex, Insabi, Dos Bocas, Tren Maya y programas sociales de AMLO, son cosas de niños si se comparan con la trama huachicolera en la que participaron altos mandos de la Marina, entre otros funcionarios de altísimo nivel.
No crea, estimado lector, que las repetitivas declaraciones del presidente Donald Trump contra su contraparte mexicana, en el sentido de que le faltan tamaños para enfrentar a los criminales, son ocurrencias del mandatario; al contrario, tiene demasiadas pruebas y que algunas de ellas trajo Marco Rubio a México para presentarlas ante Sheinbaum.
El margen de maniobra que tiene la doctora en este tema está acotado precisamente por la información que tienen las autoridades estadounidenses. De no atenderse, representan un grave peligro para la seguridad interior de EU por el avance de los narcoterroristas.