Desde San Lázaro

Aranceles forever o rompimiento

Los intentos presidenciales de atenuar el daño por los aranceles a los productos mexicanos, como el Plan México o la diversificación de mercados, son insuficientes para compensar el daño que causa la política arancelaria de EU.

La presión de la imposición de aranceles que ejerce el presidente Donald Trump a su contraparte mexicana por el tema del tráfico de fentanilo y la lucha contra los cárteles de la droga será constante. Durará meses y tal vez años, mientras la presidenta Sheinbaum no decida perseguir a aquellos personajes de la 4T que están involucrados por los testimonios de testigos protegidos y por la información clasificada que tienen las agencias de inteligencia y de seguridad interior, además de la DEA.

El mandatario norteamericano amenazó este fin de semana a México con imponer un arancel de 30 por ciento a partir del 1 de agosto contra los productos que exporte a Estados Unidos si no “desafía a los cárteles” del narco y detiene el flujo de fentanilo.

Esta nueva amenaza se da en el contexto de las acusaciones del abogado de Ovidio Guzmán, Jeffrey Lichtman, a la presidenta mexicana de actuar como “el brazo de relaciones públicas de la organización narcotraficante” de Ismael El Mayo Zambada.

Esta grosera declaración ocurrió después de que el Chapito se declarara culpable de varios cargos y de que Sheinbaum recriminara al gobierno estadounidense negociar con terroristas.

Más allá del desafortunado control de daños que lleva a cabo la titular del Ejecutivo nacional, al intentar rebatir en Sinaloa las imputaciones del abogado defensor, en compañía del gobernador Rubén Rocha (quien representa precisamente a esos funcionarios públicos que tienen acusaciones de connivencia con criminales), lo cierto es que, no obstante las negociaciones que hacen varios funcionarios como Marcelo Ebrard para frenar la imposición de aranceles, seguirá la política del garrote arancelario, en tanto no se actúe a fondo para combatir a los capos de la droga y a sus cómplices incrustados en el gobierno mexicano.

Es muy difícil que Trump deje de considerar a México como su piñata favorita, mientras que la presidenta no agarre al toro por los cuernos.

Las afrentas al gobierno norteamericano no terminan con el tema del combate a los narcoterroristas, sino que van más allá, en la misma ideología que soporta a la 4T y que está alineada a Cuba y Venezuela y que se traduce en pactos que sangran las finanzas de México y causan escozor en la Casa Blanca, como el regalo de petróleo a la isla y el convenio de contratación de médicos cubanos, en donde los menos beneficiados son los galenos.

Los insultos y ataques promovidos por la 4T contra los gringos, amparados en la gentrificación y los llamados a movilizarse contra el imperialismo yanqui, representan esa gasolina que aviva más el fuego de la desconfianza de Trump hacia Sheinbaum.

En este contexto, se explican en buena medida las trumpadas que a cada rato suelta el magnate inmobiliario contra México, que, por desgracia, dañan severamente a la economía nacional.

Los intentos presidenciales de atenuar el daño por los aranceles a los productos mexicanos, como, por ejemplo, el Plan México o la diversificación de mercados, son insuficientes para compensar el daño que causa la política del garrotazo de EU.

Hay voces de empresarios que proponen buscar nuevas alianzas estratégicas, como con el bloque de países BRICS, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y recientemente ampliado con Egipto, Irán, Etiopía, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, ya que este grupo de naciones se consolida como un eje de poder económico emergente que ya representa una parte significativa de la población y el PIB global, por lo que, en este contexto, dicen, México tiene ante sí una ventana de oportunidad para diversificar su presencia internacional, reducir su excesiva dependencia con Estados Unidos y reposicionarse como un actor relevante en el Sur Global.

Un mayor acercamiento con los BRICS podría fortalecer a México en varias dimensiones, como abrir nuevos mercados en Asia, África y Europa del Este; acceder a fuentes alternativas de financiamiento a través del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD); y establecer lazos tecnológicos e innovadores en sectores clave como la Inteligencia Artificial, la biotecnología y las energías renovables; sin embargo, alinearse a este bloque es como rascarle las partes nobles al león, ya que este movimiento implica riesgos que irritarían más a Donald Trump, quien ya amenazó, por cierto, con mayores castigos e incrementos a los aranceles de los productos originarios de este bloque comercial.

El reto del gobierno de la doctora es buscar las estrategias para diversificar los mercados sin inquietar a nuestro vecino del norte. El objetivo es equilibrar la relación usando una diplomacia que abarque varios caminos: abrir nuevas oportunidades sin dividir y buscar alianzas nuevas sin afectar las actuales, para aumentar las opciones de comercio y fortalecer la producción del país.

Suena bonito e interesante, pero parece más un sueño guajiro o una utopía.

COLUMNAS ANTERIORES

Nadie vio ni escuchó la música de los acordeones
Reforma electoral para afianzar el obradorato

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.