Desde San Lázaro

Respeto de Trump a la comunidad mexicana

Ya le cayó el veinte a Donald Trump de que sin migrantes mexicanos nomás no puede mantener la existencia de grandes sectores de la economía norteamericana.

A unas horas del primer encuentro entre los presidentes de México y Estados Unidos, y en medio de las multitudinarias protestas de la comunidad latina, se dividen las posturas que existen entre los principales colaboradores de Claudia Sheinbaum para salir con éxito de la reunión, ya que mientras unos aconsejan la mesura, la calma y la templanza, otros se pronuncian por la política de ojo por ojo, como lo han establecido otros países, como es el caso de Canadá; sin embargo, no hay que olvidar que existen demasiadas razones, en la óptica de Donald Trump, para imponer castigos a nuestro país, en virtud de la existencia de investigaciones debidamente sustentadas contra funcionarios públicos de primer nivel, particularmente en el sexenio de López Obrador, y de varios gobernadores, a quienes en primera instancia se les ha retirado la visa correspondiente para ingresar a territorio estadounidense.

El trasiego de drogas, principalmente de fentanilo y otros temas escabrosos como la proclividad que tiene la 4T con regímenes autoritarios de la región como Cuba y Venezuela, además de la aniquilación de la democracia mexicana con los dos golpes asestados recientemente, como el secuestro del Poder Judicial y próximamente la aprobación de la ‘ley mordaza’, ponen contra la pared al gobierno de nuestro país.

En cualquiera de las dos posiciones en las que puede caminar la doctora, sería recomendable actuar con inteligencia y cabeza fría, para conseguir un trato preferente para México, en donde exista el pleno respeto a la comunidad de origen mexicano que vive en Estados Unidos, amén de evitar la imposición tributaria a las remesas y, por supuesto, de aranceles.

No hay que perder de vista la visión de mediano y largo plazos para darle tiempo al tiempo para que la relación entre ambos países se equilibre como socios comerciales y geográficos y por compartir una población ligada, incluso, por lazos consanguíneos.

Lo relevante es que, por un lado, perciba Trump que no se le tiene miedo y, por otro, asumir que México es el principal socio comercial de Estados Unidos y, en esta lógica, se debe fortalecer el T-MEC para consolidar el bloque comercial más relevante del orbe.

Ya le cayó el veinte al magnate inmobiliario de que sin migrantes mexicanos nomás no puede mantener la existencia de grandes sectores de la economía norteamericana; por ello decidió suspender de manera indefinida las redadas migratorias en centros de trabajo como granjas agrícolas, empacadoras de carne, hoteles y restaurantes.

Todavía no entiende la visión supremacista de los blancos que, sin latinos y en especial de los mexicanos, la Unión Americana no tendría ese lugar de privilegio como la primera economía del mundo.

Estados Unidos sin migrantes mexicanos sería otro muy diferente a lo que es en la actualidad, y por ello los sectores norteamericanos más productivos de allá han alzado sus voces de protesta ante el presidente.

Por si esto fuera poco, también se aprecia que la popularidad de Trump se ha desplomado y ha perdido la diferencia de votos que le dio el triunfo frente a la demócrata Kamala Harris, lo que representa un grave revés contra el proyecto político de los republicanos rumbo a la elección intermedia y la elección presidencial.

Los norteamericanos que votaron por el mandatario gringo y que han perdido parte de su patrimonio, como los jubilados (por el desplome de las bolsas de valores), ahora no solo se muestran arrepentidos, sino que lo rechazan abiertamente.

Esta es una carta que tiene a su favor la presidenta Claudia Sheinbaum para endurecer más su posición para evitar más “castigos a México”.

Varios congresistas mexicanos, tanto del oficialismo como de la oposición, recomiendan a la presidente cuál sería el mejor camino a seguir en la reunión con su contraparte estadounidense. Sin embargo, creemos que ella no necesita consejos porque tiene claro cuándo ceder y cuándo apretar.

Lo que está claro es que el contenido real de las conversaciones sostenidas entre ambos mandatarios no saldrá a la luz y tan solo veremos versiones parciales y sesgadas del encuentro, salvo que sea un desastre la reunión y que entonces trasciendan los temas que propiciaron el desencuentro.

La responsabilidad de la doctora es enorme, ya que, sin exagerar, su postura y decisiones repercutirán no solo en territorio nacional, sino también en la comunidad mexicana que vive en Estados Unidos.

Son momentos críticos, pero también representan una gran oportunidad para avanzar de igual a igual con el país más poderoso del mundo.

En tanto no se respete y valore a la comunidad mexicana en Estados Unidos, seguirá la injusta persecución contra ellos.

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