Los resultados de la jornada electoral judicial pusieron en su verdadera dimensión el poder de convocatoria del oficialismo ante los electores que fueron, en el mejor de los casos, indiferentes a la sistemática convocatoria de la presidenta Sheinbaum y de las voces del morenismo y no solo eso, se observó que con todo el aparato gubernamental de los tres niveles de gobierno, no fue suficiente para lograr una votación aceptable en el rango del 20% del padrón electoral; al contrario, tan solo fue la base del voto duro de la 4T que oscila alrededor de los 10 millones, los que acudieron, muchos de ellos acarreados, a las urnas. Ni siquiera todos los beneficiarios de los programas sociales atendieron el llamado.
En una elección de Estado, en donde no se escatiman los recursos del poder y del billete, no pudieron mostrar ese músculo que tanto presume en las mañaneras la jefa del Ejecutivo federal, quien lleva varios días justificando lo indefendible y matizando la derrota en las urnas.
Con el voto de unos cuantos, el resultado hubiera sido el mismo, es decir, una lista de juzgadores que fueron previamente aprobados desde Palacio Nacional, sobre todo en la composición de la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, del Tribunal de Disciplina Judicial y del Tribunal Electoral. En lo demás, se mantuvo cierto control sobre los circuitos en donde se toman las decisiones de peso en diversas materias, que van desde lo penal y administrativo hasta campos especializados como las telecomunicaciones.
El fracaso de la elección judicial solo sorprendió al oficialismo, porque para los demás estaba cantado que el abstencionismo sería en niveles inéditos del 90%, además de que se comprobó una vez más que la ciudadanía no es tonta y no porque se repita una media verdad un millón de veces deje de ser mentira, o más aún que se crea el cuento chino del México mágico y maravilloso que se pinta en la versión de la presidenta.
87 millones de ciudadanos no sufragaron y 35 millones que votaron por Sheinbaum en 2024 tampoco acudieron a la cita con las urnas.
La noche de los cuchillos largos, esa en la que se llama a cuentas a los culpables del desastre, ha empezado a llamar al paredón a esos gobernadores de Morena que no cumplieron con sus cuotas de votantes, como fue el caso de los gobernadores de Sonora, Baja California, Colima, Estado de México, Veracruz y Puebla, por citar algunos mandatarios. Así que Alfonso Durazo, Indira Vizcaíno y Marina del Pilar Ávila, entre otros, se distrajeron con la cancelación de sus visas estadounidenses, en lugar de avocarse a cumplir la indicación presidencial de llevar acarreados a las urnas, sin importar el costo.
La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana y ese es precisamente el caso dentro del oficialismo, ya que la doctora emprende, primero, una operación de ajuste de cuentas y luego una operación cicatriz entre sus incondicionales para cerrar filas en torno a su proyecto político.
Otro de los culpables de la debacle es Andrés Manuel López Beltrán, el famoso Andy, quien se hizo responsable de Durango y Veracruz, con los resultados ya conocidos.
Sorprende para muchos que el candidato a ministro de la Corte, el indigenista Hugo Aguilar Ortiz, haya rebasado por la izquierda a Yasmín Esquivel y a Lenia Batres, en virtud de que cualquiera de las dos ya se sentían presidentas del máximo tribunal; sin embargo, alguien operó para desplazarlas, lo que significa que será hasta la última parte del sexenio cuando alguna de las dos puedan comandar a la Suprema Corte, aunque si bien es cierto que a Lenia le correspondería ser la siguiente ministra presidenta, por la votación alcanzada, lo cierto es que alguien dentro del oficialismo y que despacha como director general del ISSSTE le jugó las contras a la presidenta Sheinbaum para imponer a su carnala.
Morena cede terreno en Veracruz, pierde en Durango y ello, en la antesala de las elecciones intermedias de 2027, en donde habrá elecciones en 16 entidades para elegir gobernador, al tiempo que se renueva la Cámara de Diputados y que, como están las cosas, nadie en su sano juicio se atrevería a pronosticar la victoria del partido oficial, sobre todo porque sus aliados políticos PVEM y PT han comenzado el parto de los montes para dejar de mamar de la ubre oficial, para caminar con independencia.
Así que si alguien pasa por Palacio Nacional y observa que las luces están prendidas en el ala sur, no es porque alguien tenga insomnio, sino porque continúan lamiéndose las heridas de la golpiza propiciada este 1 de junio.