Desde San Lázaro

Gravan las remesas y celebra la 4T

Esteban Moctezuma celebró la tasa impositiva como si hubiéramos ganado el mundial de futbol, cuando afecta a millones de connacionales que se parten el alma en EU para enviar dinero a sus familias.

No sé si es cinismo o estupidez o las dos cosas juntas; lo cierto es que irrita, por decir lo menos, la postura triunfalista de los cuatroteros, empezando por el embajador de México en Estados Unidos, el expriista Esteban Moctezuma, quien sin empacho alguno celebró que “solo hayan gravado a las remesas con el 3.5% en lugar del 5%”, como venía originalmente en el paquete fiscal del presidente Donald Trump.

El embajador celebró la tasa impositiva como si hubiéramos ganado el mundial de futbol, cuando afecta a millones de connacionales que se parten el alma en EU para enviar dinero a sus familias, sacrificando todo, incluso la salud y la propia vida.

“Buenas noticias sobre el cargo a las remesas. El comité de reglas aprobó el paquete de reconciliación con una enmienda que incluye una reducción del 5% al 3.5%, no obstante que hicieron mayores recortes a Medicaid y a incentivos fiscales para energías limpias. Este es un primer importante avance…”, presumió Moctezuma en un mensaje en sus redes sociales por el castigo a las remesas, y de inmediato otros apologistas del oficialismo lo secundaron. Tuvo que intervenir la presidenta Claudia Sheinbaum al mostrar su inconformidad por la arbitraria medida y esbozó cierto aliento de esperanza por revertir la medida.

La reacción de la doctora se dio luego de la plática telefónica que tuvo con su contraparte norteamericana y que, por lo visto, deja observar varias consideraciones; una, que el diálogo entre presidentes se mantiene; dos, que la bota del “imperialismo gringo” sigue en el cuello de México, que se observa con el impuesto de las remesas, el cierre de fronteras al ganado por el gusano barrenador y otras tantas medidas comerciales que afectan a nuestro país; además, claro está, del principal señalamiento sobre la incapacidad mexicana de poner orden en casa en materia de combate a los capos de la droga y el trasiego.

Escribimos ayer en este espacio que el impuesto a las remesas, además de ser injusto, es regresivo y con múltiples impactos, incluso para la economía de Estados Unidos, y, por supuesto, para México es un golpe demoledor, particularmente en Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Puebla y Guanajuato, entidades que son las receptoras en gran medida de las remesas que envían los connacionales.

Este tipo de gravámenes no solo encarecería las transferencias, sino que podría empujar a los migrantes a utilizar canales alternativos para enviar dinero a México, fuera del sistema financiero formal y con ello, cruzar la frágil línea que representa el lavado de dinero.

Esa búsqueda de mecanismos alternos e informales o no regulados para enviar dinero, como recurrir al apoyo de familiares o amigos con ciudadanía o residencia en Estados Unidos o usar servicios de comercio electrónico, puede orillar a recurrir a redes ilegales para evitar el pago del impuesto.

Existen voces sensatas de líderes de cámaras como Larry Rubin, presidente de The American Society of Mexico, quien descartó que el Congreso de EU vaya a aprobar el impuesto a las remesas, ya que recordó que hay un acuerdo signado en 1994 que impide la doble tributación entre México y Estados Unidos.

Lo bueno es que la relación con Trump es “excelente”, porque si no, tendríamos una crisis de mayor envergadura.

Lo que ocurre con los migrantes habla de ese México bizarro en donde las cosas están al revés, ya que, por un lado, fueron expulsados de su propio país por carecer, en la mayoría de los casos, de las oportunidades laborales para salir adelante y, por otro, son estigmatizados por una buena parte de los racistas blancos que, ahora más que nunca, pretenden despojarlos de lo que es suyo, sin considerar su aportación a la economía de ambos países.

La presidenta Sheinbaum debe convencer a Trump de quitar el gravamen a las remesas, además de mandar un extrañamiento por vía diplomática sobre el atropello que pretenden hacer en el Congreso norteamericano al gravarlas con el 3.5%, cuando debería ser al revés, es decir, incentivar fiscalmente a los patrones norteamericanos cuando contratan a migrantes legales.

Una cosa es tratar de llevar la fiesta en paz con el mandatario estadounidense y otra muy diferente, mostrar una actitud de sumisión y de aceptación, a no ser que la estén chantajeando con información clasificada en torno a López Obrador y algunos de sus colaboradores más “conspicuos”.

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