Ahora que está de moda la cancelación de visas de internación a Estados Unidos, a algunos personajes de la 4T, como la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, Carlos Torres, su esposo, y Américo Villarreal, mandatario estatal de Tamaulipas (aunque dice que no ha sido notificado), se ha puesto la lupa sobre otros dos sujetos que no pueden pisar territorio norteamericano; uno es Manuel Bartlett y el otro, Mario Delgado, titular de la SEP.
El exdirector de la CFE tiene graves señalamientos en torno a su involucramiento por su relación con traficantes en el asesinato del agente de la DEA Kiki Camarena en épocas cuando era secretario de Gobernación en tiempos de Miguel de la Madrid.
En septiembre del año pasado, el gobierno de Estados Unidos desclasificó un memorando enviado desde la embajada en la Ciudad de México al director del FBI en marzo de 1986 sobre el caso del asesinato del agente de la DEA Kiki Camarena, que confirma que Manuel Bartlett Díaz está involucrado en el caso.
El documento señala que los agentes estadounidenses ya sospechaban desde la muerte del agente, en febrero de 1985, que Bartlett Díaz —entonces secretario de Gobernación— colaboraba con los traficantes que secuestraron y asesinaron a Camarena.
Pero hoy no vamos a profundizar sobre ese tema, ni tampoco sobre el de Mario Delgado, sino sobre los estragos que causó Bartlett a su paso como director de la Comisión Federal de Electricidad.
El año pasado, la CFE registró las mayores pérdidas financieras de toda su historia reciente, al tiempo que sus pasivos, al igual que los de Pemex, van al alza, aun con los apoyos que el gobierno federal hace para su rescate.
“Por el rescate de la soberanía” resultó ser una frase de mercadotecnia de López Obrador, porque en realidad, tanto en Pemex como en la CFE, ahora dependen más de los energéticos que se importan que en el pasado.
Entre todos los problemas y muertos que salen debajo de las alfombras y que abruman a la presidenta de México, destacan los casos de Pemex y CFE, que enfrentan una crisis de enorme envergadura que requiere, no solo el regreso de la IP para el rescate, sino de un nuevo modelo de negocios y una reingeniería de todos sus procesos productivos, al tiempo de bajar los costos de operación y establecer un programa de mantenimiento mayor, además de apostarle a las energías limpias para dejar atrás a los combustibles fósiles.
De acuerdo con los datos oficiales de CFE en su reporte financiero auditado enviado a la Bolsa Mexicana de Valores, la empresa acumuló una pérdida neta de 271 mil 574 millones de pesos en 2024, cifra que representa un aumento de 118% respecto al dato preliminar que había sido reportado anteriormente por ese mismo año.
En un reportaje de Proceso a partir de los resultados financieros de la CFE, se revela el historial de pérdidas de la empresa a lo largo del gobierno de AMLO y la administración de Manuel Bartlett Díaz.
En 2022, la pérdida fue de 15 mil 666 millones de pesos; en 2021, de 106 mil 260 millones; mientras que en 2020 el saldo negativo fue de 85 mil 996 millones.
En 2019 y 2018 se aprovechó la inercia positiva del gobierno de Enrique Peña Nieto y por ello se tuvieron ganancias en ambos años, por 25 mil 673 millones y 61 mil 625 millones de pesos, respectivamente.
Los factores del desplome, según explicó la propia empresa en el informe enviado a la Bolsa de Valores, están en que las pérdidas en 2024 tienen dos causas principales; la primera es la depreciación del peso mexicano frente al dólar y el cambio de régimen fiscal derivado de la reforma energética impulsada por la administración de la Cuarta Transformación.
El tajante rechazo de AMLO y Bartlett a la participación de la iniciativa privada en diversos proyectos prioritarios de CFE para mantener su viabilidad financiera y su operación en el futuro, en aras de un principio populista de izquierda, la estatización, ha colocado a la CFE en una situación precaria que compromete la soberanía energética del país y la degradación de deuda por parte de las calificadoras internacionales, a la que se suma, por supuesto, Petróleos Mexicanos.
Ya con el gobierno de la presidenta Sheinbaum y con la nueva titular de la CFE, Emilia Esther Calleja, perdió en el primer trimestre de este año 16.1 mil millones de pesos; en tanto, el patrimonio neto de la CFE, de acuerdo a datos del IMCO, cayó 29.3% en comparación con el observado un año antes.
Al 31 de marzo de 2025, el patrimonio de la empresa fue de 545.9 mil mdp, mientras que a finales de marzo de 2024 ascendió a 772.0 mil mdp. Esto debido a que los pasivos de la empresa crecieron en 536.1 mil mdp (34.1%), mientras que sus activos se incrementaron en solo 309.9 mil mdp (13.2%).