La presidenta le restó importancia al desdén que le aplicaron varios miembros connotados de la 4T al ignorarla durante su arribo a la Asamblea Informativa celebrada el pasado domingo en el Zócalo capitalino, por estar distraídos en asuntos más relevantes como el hecho de platicar y tomarse las selfies respectivas con Andrés Manuel López Beltrán, el famoso Andy.
El hecho pudiera haber quedado tan solo en el anecdotario político, pero la afrenta a la jefa del Ejecutivo federal habla de las prioridades políticas que tienen, por ejemplo, los líderes parlamentarios de Morena en la Cámara de Senadores y la colegisladora.
Tanto Adán Augusto López como Ricardo Monreal no sólo estaban distraídos en el primer evento masivo de la compañera presidenta, sino que toda su atención se volcaba en complacer a Andy.
En los micrófonos se anunció el arribo de la presidenta Sheinbaum y de inmediato los asistentes al festival musical la vitorearon, al tiempo que toda la zona VIP expectante atisbaba el paso de la “jefa”, pero para desgracia de un puñado de “próceres de la patria”, no se dieron cuenta de su presencia, hasta que se percataron de la grosería, pero ya era demasiado tarde.
En el grupo de “distraídos” estaban Luisa María Alcalde, dirigente nacional de Morena; el otro niño verde, Manuel Velasco; y su correligionario Carlos Puente, además del senador morenista Alejandro Esquer, exsecretario particular de Andrés Manuel López Obrador y, por supuesto, los antes mencionados.
Las disculpas expresadas más tarde en las redes sociales por los distraídos solo sirvieron para alentar el morbo popular y para evidenciar la poca relevancia que tiene para ellos la misma presidenta de la República.
Y bueno, si fuera la primera vez, se justificaría, pero con el agandalle legislativo que hicieron Adán Augusto en el Senado y luego Monreal en Diputados, con modificar la iniciativa presidencial en torno a la reforma de nepotismo, al cambiar el texto para llevar hasta el 2030 la entrada en vigor de la prohibición para que familiares directos o políticos estén impedidos para heredar puestos políticos, en lugar de que fuera en las próximas elecciones intermedias de 2027, como era el deseo de la “jefa”, quedó demostrado el poco respeto que tienen ambos sujetos a la investidura presidencial de su correligionaria.
Si recordamos que en el sexenio pasado, ningún legislador del oficialismo se atrevió a siquiera cambiarle una coma a las iniciativas de López Obrador, pues la afrenta es mayor ahora contra la primera mujer presidenta de México.
Ciertamente, en política la forma es fondo y si no pelan a la presidenta, no le rinden pleitesía y menos respetan sus deseos de incorporar al texto constitucional sus reformas, pues estamos ante un auténtico caso de valemadrismo al proyecto político de Claudia Sheinbaum.
Para nadie es un secreto que quien mueve el pandero en la 4T es Andrés Manuel López Obrador y, en la lógica del obradorato, para el 2030 sigue Andy; por ello, todos, absolutamente todos los miembros de este movimiento de transformación, deben plegarse a los designios de Obrador, so pena de caerles la guadaña tabasqueña.
Morena, como partido político, no ve a Claudia Sheinbaum como líder moral y menos como una pieza fundamental del proyecto político de la 4T a mediano plazo, digamos dentro de seis años. Por eso, desde ahora, los que se creen dueños de esta franquicia ya se acomodan para seguir mamando del presupuesto público.
Tal vez esta sea una de las razones por las que algunos leales a la doctora hacen los amarres necesarios para constituir un nuevo partido político afín a ella, porque es un hecho que Morena se alinea hoy y mañana a la voluntad del nativo de Macuspana.
La lealtad de la presidenta Claudia Sheinbaum a su mentor resiste toda prueba, aunque haya dejado atrás la política de abrazos, no balazos o la exclusión del sector empresarial en los proyectos económicos prioritarios para su gobierno, pero esto es muy diferente, ya que intentar quitarle el control político de Morena y del proyecto que los aglutina, pues hay un mundo de diferencia.
Lo grave para la doctora es que ambas posiciones son incompatibles, ya que no se puede mantener la lealtad si los problemas más graves del país y la injerencia trumpista por acabar con los capos de la droga exigen un rompimiento con AMLO.
La lógica política de los Adán Augusto, Monreal, Alcalde y los “morenos puros” les aconseja navegar como que le hacen caso a la doctora, pero en realidad sus corazoncitos apuntan al edén tabasqueño.
Si la mandataria le resta importancia al tipo de desdén padecido el domingo, pues dejará en claro que, efectivamente, la correa de mando de Palenque sigue controlando absolutamente todo.