Desde San Lázaro

Pemex, con pasivos crecientes que comprometen su existencia

La presidenta Claudia Sheinbaum recibió un cadáver viviente que tan solo le hace falta un pequeño malestar para desplomarse.

La petrolera más endeudada del mundo acumula nuevos pasivos a diario, mientras que su producción se desploma, con lo que conforma la fórmula perfecta para augurar su colapso, aun con los rescates millonarios que ha hecho el gobierno de la 4T, en particular López Obrador, que fondeó a Pemex con 1.2 billones de pesos que no sirvieron para casi nada, ni para bajar de forma significativa los montos de deuda pública y privada, ni a proveedores, pasivos laborales y litigios judiciales que han perdido por negligencia e ineptitud del área jurídica de Pemex.

El 4 de febrero de 2020 presumía AMLO de haber salvado a Pemex del fracaso y de la bancarrota y luego, durante todo el sexenio, tanto él como su mentiroso favorito, Octavio Romero Oropeza, aseguraban que iban a lograr la soberanía energética con dejar de importar gasolinas, cuando en realidad, ambos hundieron más a la petrolera.

Cinco años después, con lo que queda de Pemex, se enfrenta al reto mayúsculo de la preeminencia de las energías limpias y la caída en la producción a niveles de 1.1 millones de barriles diarios, cuando en diciembre de 2023 superaba los 1.8 millones de barriles diarios.

La presidenta Sheinbaum recibió un cadáver viviente que tan solo le hace falta un pequeño malestar para desplomarse y, si a eso le agregamos que se mantiene el apotegma izquierdista de defender la soberanía de Petróleos Mexicanos y con ello maniatar la inversión privada, pues se acotan los márgenes de maniobra para intentar un rescate mayor.

De hecho, las finanzas públicas están comprometidas por su precaria viabilidad y por un déficit criminal que alentó López Obrador con un gasto desbordado en ocurrencias y en fondear con la contratación de deuda pública los programas de política asistencial con tintes electorales.

El déficit presupuestario del sector público creció 1.6 veces durante la gestión de AMLO.

Al final de 2018, López recibió de Peña Nieto un desbalance presupuestal de 640 mil 412 millones de pesos y, al final del sexenio, en 2024, le entregó a su sucesora un déficit con un monto nunca antes registrado de 1.663 billones de pesos.

El sexenio de López Obrador fue el que más endeudó al país y aún con ello, dejó un déficit presupuestal que impide al actual gobierno llevar a cabo todos los programas que ha presentado la presidenta en los últimos cuatro meses.

Con Pemex al borde de la quiebra por una desastrosa gestión de Octavio Romero y por sus niveles de deuda que comprometen su calificación crediticia y con ello, en un efecto dominó, también le pega al gobierno mexicano, se mantiene la visión estatizadora del gobierno, al impedir la posibilidad de inversión extranjera y nacional por arriba de lo que pudiera invertir el propio gobierno o la misma petrolera.

De todo el endeudamiento que el Congreso avaló para el gobierno federal para 2025, que es del orden de un billón 246 mil millones de pesos, a Pemex se canalizará el 20 por ciento, es decir, una quinta parte. Más claro, el gobierno se endeudará en rangos de 3 mil 415 millones de pesos diarios, mientras que la petrolera contratará deuda por 675 millones de pesos diarios.

El monto de estas cifras, de suyo escandalosas, se podría pensar que serviría para revertir la situación crediticia; sin embargo, tan solo es para cubrir el gasto corriente y mantener la producción apenas por arriba del millón de barriles diarios.

La desconfianza aumenta entre los inversionistas por el manejo de la empresa que carece de un plan de negocios convincente para el mercado y por la caída sistemática de la producción.

Los pasivos a proveedores se incrementan por arriba de los 362 mil 517 millones de pesos que tenía en junio del año pasado.

Y bueno, el pago de los intereses derivados de la creciente deuda de Pemex fue en 2024 de por lo menos 36 mil millones de pesos; con este monto se podría abatir, por ejemplo, el desabasto de medicamentos o subsidiar los precios de gasolina para dejar el litro de magna a 10 pesos.

Esta es la herencia maldita que recibió la presidenta Sheinbaum y con ella tiene que remar a contracorriente en aguas turbulentas que cobran más fuerza ante la inminente imposición de aranceles a los productos mexicanos por parte del gobierno de Donald Trump.

De la promesa de meter a la economía de México en el top ten, descenderá —como van las cosas— varios lugares abajo del sitio 13 en el que hoy se encuentra y se acentuará aun más ante la recesión económica.

En este contexto navega Pemex rumbo a un destino ominoso y crítico, pero eso sí, qué bueno que Pemex es de todos los mexicanos.

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