Desde San Lázaro

El acarreo como una herramienta de poder del populismo

La prioridad del actual gobierno, al igual que ocurrió con el anterior, es mantener el poder, sin importar su costo económico, político y social.

El día de ayer se sintió la presencia de Andrés Manuel López Obrador y no porque hubiera estado de forma física en el mitin por los primeros cien días de gobierno de la presidenta, sino porque el manual del populismo que impulsó el tabasqueño para mantener un supuesto apoyo popular de la gente, mediante el acarreo de sus simpatizantes, o por lo menos los que cobran en las nóminas de los tres niveles de gobierno, o los beneficiarios de los programas sociales, o de plano los que trajeron al Zócalo capitalino, mediante el pago correspondiente, se replicó el día de ayer sin resquemor alguno.

Los cientos de vehículos estacionados en las inmediaciones de la principal plaza pública del país fueron pruebas fehacientes del acarreo que llevaron a cabo principalmente los gobernadores de las entidades en donde gobierna Morena y sus rémoras, además, claro está, de los propios testimonios de los asistentes.

A cada mandatario estatal, a los líderes de Morena, así como a legisladores y líderes sociales afines al oficialismo, les tocó cubrir sus cuotas de acarreados, so pena de hacerse acreedores del regaño de la cúpula de la 4T, además de evidenciarlos ante la señora presidenta.

Ese catálogo del populismo para mantener en el ánimo colectivo que los gobernantes de izquierda gozan del respaldo popular, tal como lo acaba de hacer Nicolás Maduro en Venezuela con su tercera reelección, no obstante haber perdido en las pasadas elecciones, es aplicado por el nuevo gobierno de México, así como otras prácticas que permiten instaurar entre la ciudadanía la percepción de que son imbatibles.

Entre el acarreo, la propaganda gubernamental a través de las mañaneras y de los programas sociales, amén de mantener las granjas de bots en redes sociales para defender al régimen de sus detractores, son tan solo algunas expresiones del librito de recetas del populismo de izquierda de la región emanado del Foro de São Paulo, en donde confluyen diversas dictaduras de la región como Cuba, Nicaragua y la misma Venezuela.

Entre los miles de acarreados que acudieron a la “celebración” de los primeros 100 días de gobierno de Claudia Sheinbaum, sin duda, hay simpatizantes de hueso colorado, tanto de ella como de su mentor tabasqueño, pero también existen esos trabajadores de los tres niveles de gobierno que fueron amenazados de acudir al mitin de apoyo, so pena de descontarles el día o, más aún, del despido.

Basta observar cómo, antes de que terminara el evento, muchos de ellos corrieron a abordar los camiones en que fueron transportados para descansar y comer su torta y beber su refresco respectivo.

El modelo se replica en una copia fiel que hace dudar de que Andrés Manuel López Obrador se haya retirado de Palacio Nacional.

Dirán algunos y con justa razón, para qué cambiar, si el molde ha sido exitoso. Si se ganó en la elección presidencial y en el Congreso federal, ¿para qué modificar algo que ya está probado? Y en esa lógica se mantiene la presidenta.

No tiene caso renovar o cambiar algo que tanto éxito dio en el pasado y lo seguirá dando en el presente, hasta que los recursos públicos colapsen por el gasto indiscriminado que representan los programas de política asistencial con tintes electorales que impulsa la 4T.

Estos programas tienen una progresividad asesina de los recursos presupuestales, ya que tan solo en el próximo lustro se requerirá el doble del presupuesto por el crecimiento de la población beneficiada, los incrementos en los apoyos y el surgimiento de nuevos mecanismos para apoyar a la gente con el dinero regalado.

La prioridad del actual gobierno, al igual que ocurrió con el anterior, es mantener el poder, sin importar su costo económico, político y social. El chiste es preservar el poder por lo menos en lo que resta de este siglo, y para ello se establece una autocracia, el poder acumulado en una sola persona, para imponer a su voluntad las medidas necesarias para cumplir con este objetivo.

Por eso se destruye el Poder Judicial para dar paso a los juzgadores afines a la 4T y con ello tenerlos sometidos bajo los designios de la presidenta, tal como ocurre con el Poder Legislativo.

Se militarizó el país, se eliminaron los organismos autónomos, se crearon mayorías calificadas artificiales en el Congreso, se cooptó a una minoría de ministros en la Suprema Corte de Justicia de la Nación para evitar la suspensión de la reforma judicial.

Se adueñaron del Instituto Nacional Electoral (INE) y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, además de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en donde una “Piedra” evita mover cualquier recomendación contra los excesos del poder público.

Los acarreados de ayer fueron a apoyar esta destrucción del régimen democrático.

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