Desde San Lázaro

Senado ineficaz e ineficiente

En lugar de desaparecer los organismos autónomos, como lo propone el presidente, sería mejor eliminar aquellas instituciones que por sus resultados son totalmente inoperantes, como es el caso del Senado.

Ya que estamos en tiempos de propuestas para reducir el gasto público, diremos que en lugar de desaparecer los organismos autónomos, como lo propone el presidente, sería mejor eliminar aquellas instituciones que por sus resultados son totalmente inoperantes, como es el caso del Senado, que tiene entre sus pendientes por lo menos 100 nombramientos en espera de aprobar, con el consecuente daño a esas instancias gubernamentales.

Mientras que los legisladores ya preparan las maletas para irse de vacaciones, no obstante que en la Cámara alta tienen pendientes los nombramientos de los tres comisionados del INAI, dos magistrados del Tribunal Electoral, más de 40 magistrados regionales y estatales, tres consejeros de la CNH, tres comisionadas del IFT, una ministra de la Corte y 72 vacantes del Tribunal de Justicia Administrativa.

Los senadores de Morena y rémoras son los culpables de tal retraso, en virtud de que su jefe supremo, nomás no se le da la gana de que se procesen esos nombramientos, así que si me apura tantito, estimado lector, por lo que resta del año no habrá humo blanco en el Senado por algún nombramiento, a excepción de la ministra carnal, Bertha Alcalde, quien seguramente será la aprobada, sino por los senadores, sí por AMLO.

Ante la ineficacia en la Cámara alta, uno pensaría que como sanción, por lo menos no les cubran sus emolumentos a los legisladores, pero ha sucedido todo lo contrario, porque ya tienen en sus cuentas bancarias sus dietas respectivas, pagos extras por presidir alguna comisión o ser miembro de ella, su aguinaldo, y por supuesto su bono de productividad, lo que suma un poco más de un millón de pesos por senador.

Ahora que Movimiento Ciudadano ya se quitó el antifaz que devela su auténtico rostro de la traición a la oposición para plegarse a los designios del presidente, es posible que con esos senadores naranjas se alcance la mayoría calificada en el Senado para nombrar a Alcalde.

Aunque no se alcanzará la mayoría calificada por la oposición para impedir en esta instancia el nombramiento, en un tercer intento el presidente ya podrá nombrar como quiera a la ministra y con ello, volver tener tres ministros afines al régimen en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Entonces, de suyo, no se vislumbra que pudiera haber cambios en los equilibrios que se manejan en el máximo tribunal.

Por ello, a López Obrador le urge que se apruebe su reforma judicial para que por elección se conforme la SCJN y el Tribunal Electoral, entre otras áreas del Poder Judicial, y así tener ministros, magistrados y jueces a su gusto.

No olvidemos que ya estamos en la víspera de las elecciones del próximo año, las más concurridas de la historia, en las cuales estarán en juego más de 20 mil puestos de representación popular, entre ellas la Presidencia de la República, ocho gubernaturas y la jefatura de Gobierno de la CDMX, además del Congreso federal; y por ello todo lo que acontece en la arena política tiene que pasar por el crisol de los comicios.

Los senadores tienen que aprobar los nombramientos de los tribunales electorales estatales, porque en muchos de ellos se calificarán las elecciones de las entidades federativas.

Unos, que no quieren soltar la ubre del poder y del presupuesto; otros, que buscan a toda costa la alternancia en el poder y en una tercera cancha, la población que padece el desdén oficial en la atención de los problemas más acuciantes que tiene el país.

Los senadores oficialistas están pasmados y solo se mueven cuando el principal huésped de Palacio Nacional lo indique.

Si hay nombramientos que se procesen será porque así le conviene al régimen totalitario, y lo demás se quedará pendiente y en una de esas por lo que resta del sexenio obradorista.

Así que tenemos un Senado ineficaz e ineficiente.

Es decir, improductivo, inútil e inepto y por el lado de la ineficiencia, diremos –para que se entienda– que el Senado es incapaz e incompetente.

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