Desde hace tiempo —meses o incluso años— el presidente López Obrador eligió a Claudia Sheinbaum como su sucesora, la cuidó cuando fue necesario y en los momentos de crisis como el percance fatal en la Línea 12 del Metro o la debacle electoral padecida en las elecciones intermedias del 2021, entró al quite de inmediato para él mismo llevar a cabo la operación cicatriz y así atenuar los daños de esos grandes contratiempos.
Desde tiempos en que le encomendó la construcción del segundo piso de Periférico, cuando despachaba en la jefatura de Gobierno de la capital del país, no ha variado ni un ápice su cariño y preferencia por “la científica”, de hecho la considera parte de su familia.
Bueno, pues ella es la ‘corcholata’ que será destapada la primera semana de septiembre, luego de una farsa que orquestó el presidente para justificar su decisión con la aplicación de varias encuestas para elegir al candidato de Morena y rémoras, ya que “el pueblo es el que manda”.
La denuncia que hiciera Marcelo Ebrard en torno a la participación grosera y descarada de servidores públicos como la titular de la Secretaría del Bienestar, Ariadna Montiel.
El uso de recursos públicos en favor de la exjefa de Gobierno capitalino, es tan evidente como el favoritismo presidencial por ella, entonces ante este descarado apoyo, Marcelo Ebrard no tiene ninguna posibilidad de abanderar a Morena y rémoras en la contienda presidencial, es decir, su destino está más que decidido y este no será en el oficialismo.
Será que el ‘carnal’ Marcelo pecó de ingenuo o más aún, confío de sobremanera en la palabra del presidente y fincó todas sus esperanzas en que el proceso de selección iba a ser imparcial.
Un político de las tablas, la experiencia y capacidad como el excanciller, sabía los riesgos que asumía al tomar la decisión de buscar la candidatura, mediante la valoración por medio de encuestas, empero, no vislumbró la perversidad y el maniqueo de que fue objeto.
A tres semanas del destape de la ‘corcholata’ del oficialismo, Marcelo no será el ungido, ganará la favorita del presidente y ello de suyo, dejó en evidencia lo que se dijo en este espacio desde hace meses, en torno a la simulación y la farsa de la crónica de una candidatura anunciada.
Ya destapada la ‘corcholata’ de AMLO, qué sigue para Ebrard y aquí está el quid del asunto, ya que una ponderación subjetiva diría que buscaría otra franquicia política como Movimiento Ciudadano de Dante Delgado para así cristalizar su sueño de ver su nombre en la boleta presidencial, empero, esta decisión, amén de que requiere tejer un fino trabajo político, es de alto riesgo para la integridad física del ‘carnal’ y para acelerar la judicialización de diversos asuntos que trae pendiente a su paso por la jefatura de Gobierno de la CDMX y por la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Si Ebrard decide romper con AMLO y con el gobierno de la 4T, de inmediato los sabuesos que laboran en la Fiscalía General de la República, la Unidad de Inteligencia Financiera, la Contraloría General, la Auditoría Superior de la Federación y, por supuesto, el Gobierno de la CDMX, irán tras de él, tal vez no ahora por ser tiempos de campaña, pero sí lo harán tarde que temprano.
El destino de Marcelo está sellado y se bifurca en dos caminos: uno, aceptar la derrota y seguir bajo el cobijo de AMLO; dos, romper con el régimen con los riesgos que ello conlleva.
Si se empeña en hacer realidad su proyecto político a través de MC, corre el riesgo y es muy viable de perder la elección presidencial y convertirse en un perseguido político.
Ya como presidenta, Sheinbaum se encargaría personalmente de que cumpla su cita con los tribunales.
Como se aprecia, el camino que escoja Marcelo está minado, por eso, lo único que le queda es apoyar a la ganadora y mantenerse en el regazo presidencial con una posición política, tal vez como senador y desde allí, seguir participando en política.
Si le gana el enojo y no razona con la cabeza, sino con la fuerza del corazón, entonces pondría muy interesante la elección presidencial al seguir participando en ella, pero conlleva altísimos riesgos personales para él y su familia.
Con esta jugada de AMLO se quedó fuera de la contienda presidencial el mejor perfil que tiene el oficialismo, al tiempo de complicar la victoria electoral del proyecto que representa, toda vez que ha mandado a su favorita a los brazos de Xóchitl Gálvez, quien ha dicho que prefiere a la exjefa de Gobierno que al excanciller.