La línea es que ninguno de los miembros del gabinete hagan declaraciones, ni tampoco mantengan un flujo de información a los medios de comunicación sobre las actividades que lleva a cabo la dependencia que tienen bajo su mando.
El dicho de que “calladito te ves más bonito”, aplica a la perfección a estos servidores públicos encumbrados por el presidente, pero que muchos de ellos, no cumplen con los mínimos requisitos profesionales que exige su cargo y menos son capaces, a manera de ejemplo, de atender una conferencia de prensa.
En términos mediáticos, la mayoría del gabinete son auténticos desconocidos, no obstante que algunos de ellos ya llevan varios años en su cargo y los demás, si son conocidos son por sus yerros o deficiencias.
La orden es tajante y se tiene que cumplir a rajatabla, porque de ello se encarga el vocero presidencial, de castigar a ese miembro de la 4T que ose dar declaración alguna o de sacar la cabeza para autopromoverse, sin autorización expresa, porque entonces les cae la guadaña.
Estimado lector, acaso sabe quién es María Luisa Albores, Román Meyer y Marath Baruch Bolaños. No solo desconocemos esos nombres, sino en qué dependencia despachan y por lo tanto las tareas que desempeñan y más aún qué logros y avances han sucedido en esas secretarías de Estado que encabezan.
En contraparte, están los secretarios de Estado que son populares por sus yerros, ineptitud y negligencia, como Rocío Nahle, quien a pesar de que le han dado 18 mil millones de dólares para terminar la refinería ‘Dos Bocas’, pues a la fecha no hay para cuándo pueda refinar un litro de algún combustible.
Miguel Torruco, titular de Sectur, no ha hecho nada para impedir que el presidente desaparezca el andamiaje institucional de este sector para promover el producto turístico mexicano allende nuestras fronteras.
Se quedó callado cuando se dio la orden tajante de eliminar al Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), dejando al país al garete en el bravío mar de la competencia voraz que existe entre los países que buscan tomar la mayor tajada del pastel del turismo mundial, que es una actividad que genera al año ingresos por 7 billones de dólares.
Hizo mutis ante la desaparición del Fonatur, organismo que se encargaba de ser el eje estratégico para el desarrollo de la inversión turística, contribuyendo a la mejora e igualdad social y la competitividad en el sector turístico, además de encargarse de la conservación y mantenimiento de los CIP, entre los que se encuentran Cancún, Ixtapa, Los Cabos, Huatulco y Loreto, entre otros.
En ambos casos, con la desaparición del CPTM y del Fonatur, existe una enorme carga de irresponsabilidad del gobierno federal al dejarle esta tarea a cada entidad federativa, sin dotarles de recursos presupuestales extraordinarios correspondientes para cumplir con esa labor.
El gobierno de la 4T dejó a los gobiernos de los estados solos y con enormes cargas financieras al aniquilar a estos dos organismos sin considerar opciones para desempeñar las funciones que llevaban a cabo.
De Luisa María Alcalde, Jorge Alcocer, Leticia Ramírez, Ariadna Montiel, Roberto Salcedo y Alejandra Frausto, diremos que la mediocridad y la incompetencia han sido la constante en su actuar y seguramente han de ser muy leales al presidente, porque en eso de trabajar con conocimiento de causa, pues nomás no se les da.
Con sus asegunes, diremos que se salvan de esa mediocridad, Víctor Villalobos, Rogelio Ramírez de la O, Jorge Nuño, Alicia Bárcena y Raquel Buenrostro.
En tanto, los miembros del gabinete de seguridad, como dependen directamente de lo que diga el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, eso los exime de alguna culpa de ser parte del gobierno en el que han ocurrido más de 160 mil homicidios dolosos y de perder el control de grandes extensiones del territorio nacional a manos del crimen organizado.
La estrategia de AMLO para enfrentar a los criminales de “abrazos, no balazos”, es uno de los grandes fracasos de esta administración y vaya que tiene varios de orden mayúsculo.
Falta poco más de un año para que termine la actual administración y en lo que se refiere a los miembros del gabinete, pues la mayoría están reprobados y los que alcanzan a pasar de panzazo, lo hacen porque sí tienen algún grado de especialización en la dependencia en donde despachan, aunque las grandes directrices que les dan, los mantienen maniatados.
Entre la opacidad, la ley mordaza que prevalece entre los funcionarios de alto nivel de la 4T y el miedo a sacar la cabeza, transitan el comportamiento y la actuación de estos servidores públicos, que en teoría deben auxiliar al señor presidente en sus responsabilidades, sin embargo, al no ser tomados en cuenta y menos ser escuchados, prefieren hacer mutis y encerrarse en sus oficinas.