Desde San Lázaro

Se malogra una ‘corcholata’

Quitarle dinero a los programas prioritarios para destinarlos a gastos electorales o para darle pan y circo a la gente es criminal. Eso es lo que está haciendo Claudia Sheinbaum.

Solo un ingenuo, por decirlo de manera elegante, pensaría que atender la responsabilidad como jefe de Gobierno de la capital del país, se constriñe a un horario burocrático de unas cuantas horas al día, de lunes a viernes y dejar libres los fines de semana para atender otra responsabilidad.

Esa es la lógica de Claudia Sheinbaum, que piensa que con presentarse a trabajar cinco días a la semana le dan para atender a la CDMX, agobiada por los problemas que no ha podido resolver y que a cada momento se reflejan, como el fatal percance que ocurrió el fin de semana en la Línea 3 del Metro y que, requería por lo menos, su inmediata presencia para atender a los usuarios afectados, sin embargo, llegó tres horas después por encontrarse en Morelia en un evento proselitista.

La enorme responsabilidad que representa gobernar al ex-DF, requiere una persona que dedique todo su tiempo, 24x7 los 365 días del año, y no dividir su tiempo para consolidar una candidatura presidencial que a la postre, si es que se llega a cristalizar, será para cargar con la derrota de Morena en los comicios de 2024.

Si no puede con una de las metrópolis más grandes del mundo, menos podrá con un país que está en manos del crimen organizado y viviendo una crisis económica, sanitaria y sin rumbo claro hacia un futuro prometedor, al contrario, cada vez se suman más mexicanos a la pobreza, porque así está diseñado el modelo de atención a la población, diseñado por los gobiernos populistas para perpetuarse en el poder.

Claudia Sheinbaum es repudiada en la CMDX, y si no me cree, estimado lector, solo hay que revisar los resultados electorales que tuvo en 2021, cuando perdió nueve de las 16 alcaldías y si no fuera por los tribunales electorales, hubieran sido 10. Sin embargo, ella y su mentor se dejan embaucar con los resultados que arrojan las encuestas “cuchareadas” y por lo que le dicen sus testaferros.

Si el presidente López Obrador quiere entregar el poder al término de su sexenio, debe asegurarse de no nominar a la exdelegada de Tlalpan, ya que si es rechazada en donde gobierna, con mayor razón en el resto del país, en virtud de que las giras que hace para posicionarse en ellas son una pantomima, ya que los gobernadores del oficialismo, léase Morena y PVEM, le endulzan la píldora al presidente y a la jefa de Gobierno con cifras alegres que ocultan la cruda realidad.

Sin arrastre popular, ni carisma y menos de resultados positivos tangibles de su gestión al frente del gobierno capitalino, la señora Sheinbaum no tiene las cartas credenciales que le aseguren a Morena mantenerse en la presidencia de la República.

El propósito hegemónico del presidente por instaurar su proyecto político por varios lustros es solo una quimera que no tiene bases reales, sobre todo si se encapricha en seleccionar una candidatura perdedora.

La maquinaria electoral del presidente, que se sustenta en tener “aceitados” a los beneficiarios de los programas sociales con tintes electorales, no alcanzará para ganar la elección presidencial como ya quedó demostrado en la revocación de mandato y en el poder de convocatoria muy limitado (aún con el derroche de 2 mil millones de pesos que se dilapidó para los acarreados) que tuvo la manifestación que organizaron para contrarrestar la marcha ciudadana en defensa del INE y de la democracia, efectuada el 13 de noviembre.

De los 30 millones de electores que votaron por AMLO en 2018, la mitad de ellos están decepcionados y arrepentidos de haber respaldado al tabasqueño.

El voto duro del presidente ronda alrededor de 10 millones y si a ello le sumamos que presentará una candidata perdedora en los comicios presidenciales, pues en menudo lío está el presidente.

Las mañaneras que pretenden tapar el Sol con un dedo se agotan en la vacuidad y en la mentira.

La tragedia del Metro, tan solo es la punta del iceberg del enorme cúmulo de problemas que tiene el transporte público y en general toda la ciudad, con el franco deterioro de su infraestructura urbana, inseguridad pública, crisis económica y de salud, amén de problemas graves en polución ambiental y agua potable, entre otros.

Eso de quitarle dinero a los programas prioritarios para destinarlos a gastos electorales o para darle pan y circo a la gente es criminal y eso es precisamente lo que está haciendo Claudia Sheinbaum en la CDMX.

Se ha malogrado la corcholata favorita del presidente, por lo que debe voltear hacia los rumbos de Bucareli o de la Alameda Central, si es que quiere dejar el poder en uno de los suyos.

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