Desde San Lázaro

Biden y la democracia mexicana

El gobierno estadounidense no permitirá que en su traspatio se asiente el Foro de Sao Paulo con uno de sus representantes más connotados, como es el presidente López Obrador.

Ojalá viniera más seguido el presidente norteamericano para que el gobierno mexicano se aplique en respetar la Constitución que mandata aplicar todo el peso de la ley contra los criminales, como ha sido el caso de Ovidio Guzmán, quien por fin fue aprehendido luego de que se le liberara en 2019, por orden expresa de Andrés Manuel López Obrador.

Es una victoria pírrica porque ni se frenará la producción y trasiego del fentanilo y el Chapito no pisará una cárcel gringa, en virtud de que a toda costa se impedirá su extradición a Estados Unidos.

En política no hay coincidencias, por lo que hay que atribuirle a la visita de Joe Biden la captura del hijo del Chapo y que se dejara de lado la política de “abrazos, no balazos”, que más bien se trata de una franca connivencia con los malosos para que hagan de las suyas.

Si no fuera por la visita del principal huésped de la Casa Blanca, Ovidio Guzmán seguiría libre durante la administración del presidente López Obrador y no solo eso, sino que mantendría al Cártel de Sinaloa como el más poderoso del país.

Desde luego, contrario a lo que dicen las fuentes oficiales mexicanas, la DEA y las agencias de inteligencia norteamericanas participaron mediante la aportación de información merced a sus sistemas de inteligencia y que dio pie a la localización y captura del capo sinaloense.

Se puede afirmar que la Cumbre de Líderes de América del Norte y los encuentros bilaterales que arrancan hoy en nuestro país con la participación de Joe Biden, Justin Trudeau y López Obrador son un éxito desde ahora por la captura del Chapito, amén de los avances que se muestren en temas como migración, T-MEC, cambio climático y medio ambiente, tráfico de armas y de drogas (principalmente de fentanilo), desarrollo de infraestructura fronteriza y competitividad de la región, entre otros.

Hay otro tema que tiene preocupado al gobierno de Estados Unidos y es precisamente la vulnerabilidad de la democracia mexicana, que está amenazada por la gestación de una incipiente dictadura alentada por el propio López Obrador, quien desde que llegó al poder se ha dedicado a desmantelar o cooptar a todos los organismos públicos autónomos como la Comisión Nacional de Derechos Humanos o la Fiscalía General de la República, y ahora con la aprobación del plan B de su reforma electoral, pretende extender sus tentáculos sobre el INE, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y los tribunales electorales de las entidades federativas.

La marcha ciudadana del 13 de noviembre para defender al INE y a la democracia mexicana fue un parteaguas que obligó a AMLO a medirle el agua a los tamales en su aspiración de establecer a la fuerza otra “dictadura perfecta” similar a la que instauró el PRI el siglo pasado. Sin embargo, ello no es suficiente, sobre todo si en el Congreso se siguen aprobando leyes secundarias que solo requieren una mayoría simple, aunque al final, mediante una controversia constitucional, el balón caerá en la cancha de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCN).

Por ello, es muy relevante lo ocurrido en la SCJN con la elección de su nueva ministra presidenta Norma Lucía Piña, quien, efectivamente, ha demostrado tener los tamaños para defender el orden constitucional por encima de las presiones presidenciales.

Aun con la movilización ciudadana, la férrea resistencia de los medios de comunicación a los excesos del totalitarismo, el bloque opositor en el Congreso y los nuevos aires de independencia y autonomía que se respiran en la SCJN, no bastan para frenar el autoritarismo tabasqueño, por ello, se vislumbra que, dado el momento y si la ocasión lo amerita, Joe Biden no dudará en pronunciarse en favor de la democracia mexicana.

Ante Donald Trump se dobló AMLO y ahora con Joe Biden ocurre lo mismo, no solo con la aprehensión del Chapito, sino con la sumisión en temas migratorios del gobierno mexicano al aceptar que nuestro país se constituya como “tercer país seguro” y con ello aceptar que los migrantes rechazados o los que están en espera de su definición migratoria en Estados Unidos, se mantengan en territorio nacional.

El gobierno norteamericano no permitirá que en su traspatio se asiente el Foro de Sao Paulo con uno de sus representantes más connotados, como es el presidente López Obrador y que busca, mediante la instauración de una dictadura, ya sea con una de sus corcholatas o con una ampliación de mandato, no entregar el poder a la oposición, aunque esta gane la elección presidencial de 2024… Al tiempo.

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