Mientras que uno se burla del dolor que aqueja al mundo por COVID-19, el otro espera en un laboratorio el resultado de una prueba; los dos son los responsables directos de la fallida estrategia para combatir la enfermedad que ha matado a más de 600 mil mexicanos.
Tanto Jorge Alcocer, secretario de Salud, como el subse Hugo López Gatell, han preferido ponerse de tapete al presidente, en lugar de impulsar medidas con bases científicas para atenuar los efectos de la pandemia y con ello evitar que fallecieran tantas personas por el virus.
En el pico de la pandemia, muchos enfermos murieron incluso en las calles o en el vehículo que los transportaba al hospital que no los pudo recibir, y si lo hubiera hecho el resultado hubiera sido el mismo, sobre todo si ese nosocomio hubiera sido del IMSS, ISSSTE o de la Ssa.
La atención brindada por el sector público de salud fue insuficiente e inhumana y si no fuera por su personal, quienes muchos de ellos perdieron la vida en esta desigual batalla, las cosas estarían peor que en el infierno.
El desabasto de medicamentos que prevalece en el país, no obstante las falsas promesas presidenciales de que pronto se iba a corregir y de no ser así, se cambiaría de nombre; es criminal sobre todo porque en este año prevalecerá la incertidumbre por conseguir determinados medicamentos, particularmente aquellos que se utilizan para tratar enfermos terminales de cáncer.
La irritación social sube de tono y más ahora que la variante ómicron contagia a velocidad vertiginosa y exige tener a la mano las pruebas rápidas de detección, por lo que sería bueno que ambos galenos consiguieran dosis extras de Vitacilina o de VickVaporub para atenuar los zumbidos de oídos y de otras partes.
La comunidad médica ha publicado extrañamientos ante la postura poco profesional de Alcocer al recomendar, en lugar de vacunar a los niños y adolescentes, aplicar un poco del ungüento y beber algunos tés para combatir el virus que ha sembrado más muertes en el mundo, desde la Segunda Guerra Mundial.
De igual manera, las federaciones, asociaciones y colegios médicos de México han juzgado como inapropiadas las declaraciones de Alcocer en relación a que el personal de salud es responsable del desabasto de medicamentos e insumos, citando como caso específico el de Guerrero, y con esta aseveración generalizó para endosarles la culpa de lo que ocurre en todo el país.
Los galenos y el personal médico que se la ha rifado no solo durante pandemia, sino para atender a todos los enfermos que lo requieran, no piden reconocimientos públicos, pero sí respeto y sobre todo que se eviten acusaciones infundadas, máxime si provienen del titular de la secretaría de Salud.
Vaya crisis la que se vive en el sector salud. Y, ¿sabe una cosa, estimado lector?, ésta se debe principalmente a los yerros de López Obrador, quien en aras de sacar recursos de todos lados, canceló toda la ingeniería de compra de medicamentos que tenía el gobierno para tener abastecida la infraestructura hospitalaria y de clínicas en todo el territorio nacional.
Luego ‘mató' el Seguro Popular para dar paso al Insabi que a la fecha no ha podido con el paquete, provocando con ello que más de 15 millones de mexicanos hayan sido excluidos de la atención médica proporcionada por el Estado.
Claro, el nombramiento de dos inútiles agravó más la situación.
Los laboratorios mexicanos están en la mejor disposición de regularizar el abasto de medicamentos, tal como lo ha señalado la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos (AMELAF), quien están puestos para coordinarse con las dependencias federales de salud para suministrar las claves de medicamentos que se declararon desiertas en las más reciente licitación y con ello terminar con el desabasto.
En momentos que se va agravar aún más la situación por el rápido contagio que se da por la variante ómicron que tan solo en un día contagió a más de un millón de estadounidenses y que en México por obra y gracia de Gatell solo van 26 mil, la dupla de ‘científicos’ Alcocer-Gatell se mofan con ocurrencias que a la postre cuestan vidas.