En las políticas públicas que la 4T ha implementado no está la protección a la niñez, al contrario, la ha dejado más vulnerable ante los embates de las enfermedades como el cáncer o el Covid-19, ello sin contar que el cuadro general de vacunación para los infantes se ha desfasado por el desabasto de antígenos.
Contrario a lo que se practica en otras latitudes del orbe, en México no se vacunará a los niños o a los jóvenes menores de 18 años, “Debido a que los laboratorios productores del antígeno buscan especular con su producto”, argumento pueril que raya en la ignorancia perversa.
Lo que subyace en este argumento del presidente es que no quieren gastar en vacunar para este sector de la población, porque los recursos presupuestarios se aplican a otras prioridades, como la consulta popular que a decir del INE costará 568 millones de pesos.
Si hiciéramos la sumaria de los gastos inútiles que hace AMLO, llegaríamos a la conclusión de que, por ejemplo, ya estaría vacunada 80 por ciento de la población en un esquema completo, empero, como se buscan donaciones o las vacunas más baratas como las chinas o las rusas, pues hay que esperar a que la guadaña de la muerte no cercene más vidas.
Los argumentos dados por el presidente y su macabro escudero, ese que despacha en la Secretaría de Salud, para justificar la no vacunación a los niños, en lugar de dar risa ponen de manifiesto a funcionarios públicos profundamente inhumanos y laxos en cumplir con las funciones y atribuciones que deben de cumplir, como la protección a todos los mexicanos, en particular al sector más vulnerable de la sociedad, como los niños y los adolescentes.
Debido a que el hijo de López Obrador no tuvo síntomas o secuelas graves por el contagio de Covid-19, eso no significa que a niños de similar edad les ocurra lo mismo, de hecho, entre el 12 de abril de 2020 al 13 de junio de 2021, de acuerdo a las cifras de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), han fallecido 569 niños por coronavirus y se han infectado 52 mil 816.
Ante el inminente regreso a clases por orden presidencial, se recrudece la preocupación de los padres por mandarlos a clases presenciales. Y mientras no cambie la política de no vacunarlos, no habrá poder humano que los haga cambiar de opinión, al contrario, las nuevas variantes del virus obliga a inmunizar a la brevedad a toda la población.
Ante la tercera ola de contagios, las autoridades, en lugar de aprender de los errores que se tuvieron en las dos primeras, han decidido seguir igual, es decir, engañar, manipular, soslayar y tergiversar los criterios científicos para justificar los yerros propios.
En la Unión Europea y Estados Unidos ya se vacunan a niños mayores de 12 años y en Israel ya se aplica a infantes mayores de cinco años, pero aquí, como el vástago del primer mandatario resultó ser todo un Superman, pues no hay porqué inocular a los mexicanos.
La medidas de prevención más relevantes para evitar efectos graves a la salud, es la vacunación y el cubrebocas, pero pesar de ello, la inoculación avanza a ritmo de tortuga y ‘el bozal’ no lo usa ni el presidente y menos el responsable de combatir a la pandemia, Hugo López Gatell.
La respuesta de los millennials y centennials ha sido bastante responsable y han acudido en masa a los centros de vacunación, empero, los menores de 18 años tendrán que dejar su salud en manos del destino.
La atención a la niñez con el gobierno de la 4T solo está en los discursos, pero en la realidad, en las partidas presupuestales no existe.
Niños con cáncer sin medicamentos, infantes sin guarderías y ahora sin posibilidad de vacunarse contra el Covid-19, “porque no hay evidencia científica o porque al hijo del presidente no le pasó nada, ni siquiera contagió a sus padres”.