Alejandra Marcos

Las dudas que deja el último recorte de la Fed

El creciente aumento de la politización del banco central podría originar, a la postre, el debilitamiento de la institución y su credibilidad.

Se llevó a cabo la reunión de política monetaria por parte de la Reserva Federal y, como era ampliamente anticipado, recortó la tasa de fondos federales en 25 puntos base para llevarla a un rango de entre 4.00 al 4.25 por ciento. Con pocos cambios en el comunicado, realzados por el reconocimiento de un mercado laboral más débil, y los riesgos inherentes que eso conlleva para la inflación, los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) apuntaron a bajas adicionales. Hubo un voto disidente de Stephen I. Miran, nuevo integrante del Comité, quien votó a favor de un recorte mayor, de 50 básicos.

Los signos de desaceleración en el mercado de trabajo pudieran ser suficientes para articular el ciclo de recortes y llevar la tasa de interés al terreno de neutralidad, sin embargo, me quedan ciertas inquietudes sobre la conducción de la política monetaria hacia adelante, considerando el contexto político actual.

La autonomía de la Reserva Federal está bajo un intenso escrutinio. La presión política del poder ejecutivo para que se recorten las tasas de interés, junto con la controversial designación de Stephen Miran —el primer miembro en décadas en servir simultáneamente en el poder ejecutivo y en la Fed— y las acusaciones contra la gobernadora Lisa Cook, han desatado serios cuestionamientos. Esta situación fue evidente en la conferencia de prensa de Jerome Powell, donde fue interrogado sobre la autonomía del banco central, al no ser deseable la subordinación de la política monetaria a los intereses políticos, y mucho menos a los fiscales.

Parece contradictorio que, al mismo tiempo del recorte, revisaron al alza el crecimiento económico en 20 puntos base en todo el horizonte del pronóstico, y aunque para la inflación el aumento también fue de 20 básicos, sólo lo reconocen en el 2026, sugiriendo que el impacto en los aranceles será de corta duración y de una sola vez.

La revisión del escenario macroeconómico por parte de la Reserva Federal es congruente con los últimos datos, mostrando una economía robusta con un aumento del 5 por ciento en las ventas al menudeo de agosto y una proyección del PIB del 3.3 por ciento para el tercer trimestre de acuerdo a la Fed de Atlanta. A pesar de este panorama de crecimiento, la lectura de la gráfica de puntos (‘dot plot’) de la Fed revela una historia más compleja.

La gráfica sugiere dos recortes adicionales para 2025, pero la falta de consenso es notoria, con diez miembros proyectando una tasa del 3.6 por ciento, y nueve integrantes apuntando a un nivel superior. Esto subraya que la trayectoria de la política monetaria no está garantizada. Aunado a ello, Powell señaló que el recorte de esta reunión fue una medida de gestión de riesgos, una acción preventiva para evitar una desaceleración económica más pronunciada.

Los mercados reaccionaron con rapidez y volatilidad. Aunque el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años inicialmente cayó por debajo del 4 por ciento, se revirtió para terminar en 4.13 por ciento. De manera similar, el peso mexicano se apreció inicialmente a 18.22 por dólar, pero luego se debilitó, regresando a una cotización de 18.35.

Tras la decisión de la Fed y al evaluar el comportamiento de los mercados, parecen evidenciar cierta desconfianza sobre la conducción de la política monetaria. Si bien es cierto que los órganos colegiados –como es el caso de la Reserva Federal– suelen mitigar ciertos sesgos políticos, considerando el entorno actual, el creciente aumento de la politización del banco central podría originar, a la postre, el debilitamiento de la institución y su credibilidad.

La volatilidad en los rendimientos de los bonos y la apreciación generalizada del dólar de las últimas jornadas son una señal inequívoca de que los inversionistas desestiman el mensaje de la Fed, sugiriendo que la batalla contra la inflación no está ganada y que el camino de la política monetaria está lejos de ser una certeza.

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