Alejandra Marcos

Los aranceles y los efectos en la inflación americana

Aunque han entrado en vigor ciertos aranceles, se modifican o se anuncian nuevas tarifas cada 3 o 4 días.

Desde que comenzaron las amenazas arancelarias, muchos se debatieron sobre el efecto que habrían de tener en la inflación y en el crecimiento. Diversos estudios señalaron que la inflación en Estados Unidos podría acelerarse hasta 1.5 puntos porcentuales adicionales. Sin embargo, desde el primer anuncio de aranceles efectivo el pasado mes de febrero a China y a sus socios comerciales, la inflación pasó de 2.8 por ciento a 2.4 por ciento. ¿Entonces?

Es una realidad que los aranceles han distorsionado las condiciones económicas en el corto plazo, así lo hemos observado en el PIB del 1T25 cuyo crecimiento fue negativo por el anticipo de las importaciones para esquivar los aranceles. Sin embargo, el efecto en precios aún no se ha cristalizado.

Nos enfrentamos a un paradigma en materia comercial, pues aunque han entrado en vigor ciertos aranceles, se modifican o se anuncian nuevas tarifas cada 3 o 4 días, lo que hace sumamente compleja su implementación. Para muestra un botón, en esta misma semana entrarían en vigor los aranceles recíprocos para el grueso de los países anunciados en el “Día de la Liberación” tras una pausa de 90 días, empero, el lunes se anunció de nuevo un mes de postergación, dando espacio para llegar a acuerdos. En estos días solo se han anunciado arreglos comerciales con una veintena de países, principalmente asiáticos, con un arancel promedio del 25 por ciento, aunque el porcentaje de las importaciones que realiza Estados Unidos de esos países es insignificante, salvo el caso de Japón que tiene un peso superior al 4 por ciento.

Aun así y a pesar de la volatilidad, la tasa de aranceles que contempla la suma de todos los anuncios efectuados hasta el momento asciende a 17.3 por ciento, que resulta significativamente mayor a la que se tenía al inicio de este año que era del 2.2 por ciento.

Pero una cosa son los aranceles anunciados y otra la tarifa que efectivamente ha sido cobrada a la fecha. La diferencia entre la tarifa anunciada y la efectiva, reside en que la primera es la suma de todos los aranceles multiplicada por el total de las importaciones de cada país al cierre del 2024, mientras que la efectiva es el producto del total de las importaciones que Estados Unidos ha realizado en cada uno de los meses, entre los cobros de las tarifas que se registran en el Departamento del Tesoro; vale la pena señalar que también están contempladas las excepciones de los productos libres de aranceles, como las autopartes y los semiconductores.

Al mes de mayo, la economía estadounidense enfrentó una tarifa efectiva de 8.7 por ciento, significativamente inferior al arancel anunciado (17.3). Sin embargo, la tasa efectiva ha aumentado en cada uno de los meses, por lo que hacia delante dependerá de la efectividad del cobro y los futuros anuncios de aranceles.

El hecho que la tasa efectiva haya pasado del 2.2 por ciento en febrero al 8.7 por ciento en mayo subiendo un escalón en cada uno de los meses, pudiera señalar que con el transcurso del tiempo se logre cerrar la brecha entre la tarifa anunciada y la efectiva, con implicaciones significativas en la inflación y en el producto.

En estos meses hemos observado una reconfiguración del comercio de cada uno de los países con Estados Unidos, pues las economías que enfrentan tarifas más elevadas han disminuido sus exportaciones al tiempo que, otros países se han visto beneficiados, por lo que aún es pronto esbozar cómo quedará integrado el comercio con el principal mercado.

Posiblemente detrás de la pausa que ha implementado la Reserva Federal para recortar la tasa de fondos federales resida en esta incertidumbre sobre el futuro de la inflación. La realidad es que a priori no sabemos en qué medida el incremento en las tarifas será absorbido por las empresas, erosionando los márgenes de utilidad, en qué medida será incorporado por el tipo de cambio y finalmente cuál será el traslado al consumidor. El que en este momento no hayamos observado un efecto puntual en los precios, no es indicativo que no lo veremos en los siguientes meses.

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