Directora de Análisis y Estrategia en Intercam Casa de Bolsa

Lo bueno, lo malo y lo feo de los Pre-Criterios 2024

El ‘nearshoring‘ sin duda es una oportunidad para México y podría acelerar el crecimiento, pero no será un factor decisivo y de cambio en el corto plazo.

La SHCP entregó al Congreso los Pre-Criterios Generales de Política Económica para 2024, documento que contiene estimados fiscales y macroeconómicos para dicho año, así como una actualización para 2023. Del contenido se desprenden varias reflexiones.

Comencemos con lo bueno. Para 2023 y 2024 el mensaje medular es que se refrenda el compromiso de mantener una férrea disciplina fiscal. Posiblemente, el mayor acierto de esta administración ha sido la prudencia fiscal, considerando el entorno global y el alza de tasas de interés en el mundo.

Las estimaciones sobre los niveles de ingresos, erogaciones y saldo respaldan la postura de mantener finanzas públicas sanas, y con ello la posibilidad de que se conserve el grado de inversión. El documento sostiene el objetivo de mantener la deuda por debajo de 50 por ciento del PIB para ambos años. A fin de alcanzar la meta, la política fiscal se centrará en mejorar la eficiencia de la recaudación de impuestos, siendo que desde 2018 han logrado aumentar la recaudación tributaria en 1.4 puntos porcentuales. En 2023 el monto total de los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP) –la medida más amplia del balance público– incorpora un déficit de 4.2 por ciento del PIB. Mientras tanto, el total esperado para 2024 es de 3.2 por ciento del PIB, manteniendo la tónica prevaleciente en esta administración de mantener el equilibrio en el balance primario. El costo financiero aumenta para alcanzar 3.4 por ciento del PIB por la extensión del ciclo monetario restrictivo.

Lo malo es que contempla previsiones sumamente optimistas para el crecimiento económico. Para 2023 espera un crecimiento de 3.0 por ciento, sin cambios contra el estimado previo, y resulta ser el doble de los pronósticos de las encuestas del sector privado y de Banco de México, que prevén un avance de la actividad económica de 1.4 por ciento. Si bien es cierto que los indicadores adelantados de actividad económica publicados a la fecha, dejan suficiente evidencia que al primer trimestre del año la economía no se ha desacelerado; eventos recientes en Estados Unidos referentes al sector bancario, aumentan las posibilidades de recesión, ante la restricción en el crédito en ese país. Además, considerando las estimaciones de la Reserva Federal, prevén un crecimiento de 0.4 por ciento, muy superior al pronóstico ofrecido por Hacienda, que pronostica que nuestro vecino crecerá en el orden de 1.5 por ciento. Los riesgos en el panorama no son menores, ante un complejo entorno global, lo que pudiera originar revisiones a la baja. Además, la SHCP estima que para 2024 la economía mexicana crecerá también en esa magnitud. Hay que recordar que en 2022 la economía mexicana recuperó los niveles de actividad prepandemia, mientras que el resto del mundo lo hizo un año antes. Con eso en mente, y ante ausencia de cambios estructurales que impulsen el crecimiento, se antoja difícil de estimar, y más aún de materializarse un nivel de actividad económica mayor al promedio de los últimos 20 años, ello ante la falta de inversión que sigue francamente rezagada contra el máximo alcanzado en 2018. No obstante, Hacienda estima que las inversiones producto del nearshoring serán un catalizador considerable, pudiendo añadir hasta 1.2 puntos porcentuales al crecimiento. El fenómeno de relocalización de cadenas productivas, sin duda es una oportunidad para México y podría acelerar el crecimiento, pero estimo que no será un factor decisivo y de cambio en el corto plazo.

Lo feo de los Pre-Criterios se desprende de que, con la finalidad de mantener la prudencia en el gasto, los mayores recursos se centrarán en los proyectos insignia de esta administración así como los programas sociales, y como resultado veremos atonía en los sectores que han sido rezagados. Dado que considero que se están sobreestimando los ingresos y se subestimando los egresos, se corre el riesgo de un mayor endeudamiento, o bien un subejercicio en el gasto público en sectores que no son prioritarios para la actual administración.

COLUMNAS ANTERIORES

La posición relativa de México
Comienzan las revisiones a la baja

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.