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Bolsa vs ladrillo: prioriza el propósito

El riesgo de cada opción es distinto y debe evaluarse en función del plazo de inversión. La volatilidad bursátil puede provocar desvelos, pero en horizontes largos suele ofrecer mayores rendimientos.

Preguntar por la “mejor inversión” se parece a buscar el “zapato ideal”: no existe uno que sirva para todo. La elección depende del uso y del presupuesto; no compras lo mismo para correr un maratón, casarte o pasar ocho horas en una oficina. Con el patrimonio ocurre igual: comparar la bolsa de valores y los bienes raíces solo por el rendimiento es tan superficial como elegir zapatos por el color. Antes conviene definir variables como el horizonte de tiempo, la liquidez y el riesgo que estás dispuesto a asumir.

Rentar una vivienda aparenta generar ingresos constantes; sin embargo, hay que descontar morosidades, seguros, vacancias, mantenimiento e impuestos. La plusvalía tampoco avanza en línea recta. En la bolsa, en cambio, el pulso es diario: el precio varía conforme a la valoración del mercado, que en ocasiones es especulativo, con la posibilidad de alcanzar ganancias extraordinarias o sufrir pérdidas severas.

El riesgo de cada opción es distinto y debe evaluarse en función del plazo de inversión. La volatilidad bursátil puede provocar desvelos, pero en horizontes largos suele ofrecer mayores rendimientos. Los “ladrillos” implican un riesgo más acotado, aunque su liquidez es mínima.

Existen, además, factores psicológicos que influyen en la decisión final. La tangibilidad de una vivienda transmite control y refuerza la sensación de seguridad patrimonial, aun cuando el rendimiento sea más bajo y estable. En contraste, observar en tiempo real las oscilaciones de la bolsa puede provocar ansiedad en periodos de ajuste o euforia desmedida en momentos de auge.

También los montos de entrada marcan diferencias notables. Para invertir en bienes raíces se requieren sumas elevadas, mientras que en el mercado accionario existen mecanismos de acceso con mucho menos dinero.

Por eso, la pregunta adecuada no es “¿dónde gano más?”, sino qué opción encaja mejor con tu vida: tolerancia al riesgo, horizonte de inversión, liquidez, capacidad de ahorro, estabilidad de ingresos y obligaciones. Y si el patrimonio lo permite, quizá lo más sensato sea combinar activos y diversificar.

Ambos mercados exigen conocimiento para identificar qué comprar y cuándo hacerlo.

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Alberto Tovar

Alberto Tovar

Economista, especializado en negocios y finanzas personales; certificado como coach de vida y equipos. Actualmente es el Director Regional de la Zona Norte de El Financiero. Ofrece conferencias, consultoría y coaching a organizaciones diversas.

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