Mis Finanzas y Coaching

¿Buen Fin o mal comienzo?

A partir de este momento, las promociones, descuentos y meses sin intereses se convierten en una carrera que muchos enfrentan sin estrategia.

Se habla con frecuencia del maratón Guadalupe–Reyes por las fiestas y posadas de la temporada, pero en el terreno de las finanzas personales comienza antes, con “El Buen Fin”. A partir de este momento, las promociones, descuentos y meses sin intereses se convierten en una carrera que muchos enfrentan sin estrategia.

El problema radica menos en la temporada y más en la reacción emocional que provoca. El espíritu navideño y el deseo de regalar o consentirse suelen arrastrarnos. Queremos disfrutar el fruto del trabajo, aunque terminamos comprometiendo el futuro. En buena medida, esto ocurre por el llamado “síndrome del me lo merezco”, una justificación que transforma cualquier compra en una recompensa.

Conviene replantear el concepto y pensar: “me merezco construir un patrimonio sólido”. Quizá la verdadera gratificación no esté en la bolsa ni en la pantalla nueva, sino en la tranquilidad de iniciar el próximo año sin deudas, con ahorro y la posibilidad de invertir. Cambiar el sentido del merecimiento no implica renunciar al placer, sino prolongarlo. A fin de cuentas, lo que más se disfruta es la libertad de elegir sin estar atado a los pagos.

En este contexto, resultan útiles dos recomendaciones prácticas. La primera: “comprar más barato no significa ahorrar”. Muchas personas, convencidas de haber aprovechado una buena oferta, terminan gastando el resto del dinero en otras cosas. Por eso, más allá de los descuentos, el reto consiste en erogar lo menos posible y destinar el ahorro a objetivos concretos, como liquidar una deuda, fortalecer el fondo de emergencia o incrementar la inversión.

La segunda sugerencia se refiere a los meses sin intereses, que no representan un regalo, sino un compromiso. Son útiles si sustituyen un gasto inevitable o si se manejan con disciplina, pero con frecuencia se transforman en una trampa silenciosa. Los pagos se acumulan y terminan por reducir la liquidez.

Para evitar caer en ese ciclo, sirve un ejercicio sencillo: elabora una lista de todos los gastos pendientes de aquí a fin de año. Después, ordénalos por prioridad y distingue cuáles son inevitables, cuáles pueden esperar y cuáles resultan prescindibles. Finalmente, analiza de qué manera El Buen Fin puede contribuir.

Bien entendido, El Buen Fin está lejos de ser una fiesta de consumo, sino una prueba de madurez económica. No triunfa quien compra más, sino quien llega a enero con paz mental y sin sobresaltos. Coméntame en LinkedIn, Instagram, o X y sígueme en el podcast “Dinero y Felicidad”, en Spotify, Apple Podcast, entre otros.

Alberto Tovar

Alberto Tovar

Economista, especializado en negocios y finanzas personales; certificado como coach de vida y equipos. Actualmente es el Director Regional de la Zona Norte de El Financiero. Ofrece conferencias, consultoría y coaching a organizaciones diversas.

COLUMNAS ANTERIORES

El poder invisible de las palabras
Liderazgo sistémico para tiempos complejos

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.