Has escuchado la frase “¿Quién le dice al león que le apesta la boca?”. En las altas esferas directivas, la verdad escasea; no porque falten razones para decirla, sino porque muchos prefieren evitarla por temor a las consecuencias. El poder suele provocar silencio a su alrededor y tanto subordinados como colegas callan para conservar la armonía, dejando la retroalimentación como un recurso escaso.
En ese contexto, el coaching ejecutivo aparece como un “espejo incómodo”, pero necesario. Más que evidenciar errores, invita al coachee a descubrirlos por sí mismo. Diversas investigaciones coinciden en que el coaching eficaz no ofrece respuestas, sino preguntas; esas que incomodan, detienen y, sobre todo, transforman.
En ocasiones, detrás del poder subyace la inseguridad; se vuelve un escudo ante el miedo a ser descubierto. Algunos líderes, aun estando en la cúspide, cargan con el síndrome del impostor, con esa sensación de no estar a la altura o de haber llegado allí por casualidad.
Para protegerse, adoptan posturas de autoridad incuestionable. Imponen distancia, generan temor y confunden respeto con sumisión. Sin embargo, este tipo de liderazgo, aunque funcione a corto plazo, asfixia la verdad y empobrece el entorno.
Estudios muestran que el acompañamiento profesional de un coach fortalece la autoconciencia y permite identificar patrones, creencias y reacciones que antes operaban en automático. De este modo, disminuye la brecha entre intención y efecto: entre lo que el líder cree comunicar y lo que realmente produce.
Cuando un directivo reconoce sus puntos ciegos, mejora su desempeño y la dinámica del equipo en su conjunto. Se optimiza la comunicación, se establece una cultura de apertura y la retroalimentación, deja de percibirse como una amenaza, convirtiéndose en un recurso colectivo.
Desde una perspectiva ética, el coach cumple un rol sutil, pero potente: no dirige, acompaña. Su compromiso no radica en la comodidad del líder, sino en su evolución. La incomodidad, bien canalizada, impulsa la mejora.
El verdadero impacto del “espejo incómodo” no reside en lo que revela, sino en lo que habilita. Cuando un líder se atreve a mirarse de frente, sin filtros ni adornos, lo que encuentra es capaz de cambiar su manera de actuar y todo el entorno que enfrenta.
Y tú, ¿cuándo fue la última vez que te miraste en ese espejo? Coméntame en LinkedIn, Instagram o X, y sígueme en el Podcast de Dinero y Felicidad en Spotify, Apple Podcast y otras plataformas.