Mis Finanzas y Coaching

La IA requiere prompts claros. Tu equipo también

Alberto Tovar remarca que la dinámica de los prompts, es decir, la de dar instrucciones claras y precisas, es algo que ya se hacía en las empresas... pero que fue olvidado.

Es curioso observar cómo la fiebre por la inteligencia artificial desempolva normas esenciales de comunicación que alguna vez parecían obvias. Para arrancar la mejor respuesta de un modelo de lenguaje, debemos construir prompts precisos, contextualizados y con un objetivo definido. Esa misma exigencia ha estado siempre presente dentro de la relación entre personas, aunque la prisa, la jerga corporativa o una jerarquía mal entendida la relegaron.

Cuando una petición es confusa, el colaborador invierte más tiempo descifrando que actuando; la solicitud bien diseñada orienta de inmediato la energía hacia la creación de valor. Con esta visión, comparto once pautas que facilitan el diálogo tanto con algoritmos como con equipos humanos.

1.- La claridad impulsa la acción, porque reemplazar insinuaciones por frases directas, libres de tecnicismos, reduce fricciones y acelera acuerdos. Ante la duda, el resto es describir la idea con palabras sencillas y confirmar que el interlocutor la comprende.

2.- Ser específico dirige el esfuerzo; al detallar contenido, formato, responsable y fecha de entrega, la tarea adquiere contornos nítidos. De lo contrario, el proyecto deriva en un mar de interpretaciones.

3.- El contexto despierta compromiso, pues explicar la importancia del encargo, a quién afecta y cuándo impacta, vuelve tangible la razón de ser. Cuando el sentido es claro, surgen propuestas que elevan la meta inicial.

4.- Un objetivo bien trazado elimina ambigüedades: pedir, por ejemplo, “revísalo, por favor” abre un abanico de posibilidades. Es preferible precisar qué esperas obtener del producto final para despejar la ruta y evitar trabajo innecesario.

5.- Las instrucciones concretas empoderan. La frase “haz lo mejor que puedas” motiva, aunque deja zonas grises; cambia esa idea por: “analiza tres opciones, expón ventajas y riesgos, y recomienda la más viable, etc”, delimitando alcance y margen de maniobra.

6.- El tono elegido modela la cultura organizacional. Una voz cordial, firme y cercana inspira colaboración; el sarcasmo erosiona confianza. Al cuidar la manera de hablar se refuerza la apertura al diálogo y mantiene la exigencia en un plano respetuoso.

7.- Definir el formato reduce reprocesos; especificar si el equipo debe enviar un correo, una presentación o una hoja electrónica de cálculo evita que adivine y produzca documentos inútiles. Cada canal posee códigos propios y conviene mencionarlos.

8.- Proponer una extensión especifica protege los recursos. Indicar que un informe es de una cuartilla o de veinte, impide esfuerzos desproporcionados.

9.- Los ejemplos iluminan el camino. Si hay alguna referencia de un proyecto anterior permite tener un punto de partida y elevan la calidad del primer borrador.

10.- Las restricciones bien expresadas blindan la operación. Es imprescindible también que quede claro lo que no se desea, más allá de dejarlo sobreentendido

11.- La interacción consolida el aprendizaje; pocos encargos nacen perfectos, y la retroalimentación respetuosa mantiene la motivación y acelera el refinamiento.

Cuando un algoritmo exige datos ordenados para rendir al máximo, un ser humano además interpreta matices, imagina y siente. Una solicitud confusa retrasa entregables y, peor aún, acaba con cualquier iniciativa individual.

En cambio, quien domina el arte de comunicar gana tiempo, fomenta creatividad y fortalece la relación profesional. La inteligencia artificial coloca ante nuestros ojos una lección sencilla: el cuidado al hablar refleja la responsabilidad de dirigir.

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Alberto Tovar

Alberto Tovar

Economista, especializado en negocios y finanzas personales; certificado como coach de vida y equipos. Actualmente es el Director Regional de la Zona Norte de El Financiero. Ofrece conferencias, consultoría y coaching a organizaciones diversas.

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