Quien afirme que jamás ha tenido un tropiezo monetario, miente; todos hemos sufrido algún descalabro que nos ha hecho reaccionar y lo relevante es aprender de cada uno de ellos para no volver a caer. Por ejemplo, la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera en México señala que alrededor del 70 por ciento de la población carece de reservas para enfrentar imprevistos, de modo que permanecen vulnerables ante cualquier sobresalto económico.
Parte del problema es que el aprendizaje sobre finanzas personales suele posponerse hasta que la dificultad estalla ante nosotros. Llegado el momento en que el sueldo resulta insuficiente, las deudas exceden la capacidad de pago, el nivel de consumo rebasa la realidad o, en el peor escenario, aparece un fraude, recién entonces despertamos y decimos: “No quiero que esto me vuelva a suceder”.
Más grave es la incapacidad de extraer lecciones de la caída. Después de sortear una tormenta económica, en lugar de modificar hábitos, varios reinciden en la misma rutina y aguardan, con ingenuidad, un desenlace distinto. Urge romper este círculo negativo.
¿Cuál es el primer paso tras tocar fondo? Reconocer la falta sin disfrazarla con excusas. Culpar factores externos o restar gravedad a la circunstancia llega a ser infructuoso.
El siguiente movimiento consiste en convertir la equivocación en aprendizaje. Preguntémonos: ¿en dónde estuvo el fallo? ¿qué gastos fueron excesivos? ¿por qué salió tan alto el pago de las tarjetas? ¿estoy comprando por encima de mi nivel socioeconómico? Detectar la causa resulta imprescindible para corregir el rumbo y evitar tropezarse en la misma piedra.
La estabilidad financiera dista de ser una trayectoria lineal; se asemeja más a un laberinto en el cual vamos dando tumbos en cada pared, antes de salir. El verdadero peligro surge cuando se ignoran esos golpes y la persona permanece perdida de manera indefinida, dentro de sus propias equivocaciones.
Vale la pena desterrar, de una vez, el tabú de la apariencia permanente de éxito. Las narraciones que mejor nutren la mente no provienen de quienes solo exhiben triunfos, sino de aquellos que aceptan sus errores que les permitieron crecer.
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