Se acerca el momento en que muchos jóvenes deben decir qué estudiar como carrera, lo cual no es una tarea nada sencilla. Con un mercado laboral en acelerada transformación por la digitalización, los viejos esquemas basados en el prestigio de un título o en fórmulas exitosas de otros tiempos dejan de garantizar el éxito.
Grandes empresas tecnológicas y corporativos, han dejado de exigir una carrera determinada en múltiples posiciones clave. En su lugar, consideran más las capacidades prácticas comprobables, impulsando nuevas rutas educativas como el aprendizaje autodidacta y la experiencia. Además, un factor decisivo radica en las destrezas para resolver problemas y aportar valor a la compañía.
Elegir qué estudiar trasciende cualquier elección sustentada en la inercia. Es esencial hacer un ejercicio de autoconocimiento y apreciar la empleabilidad. Tomar una dirección sin pensar en la evolución del mercado podría derivar en frustración futura.
Un aspecto básico radica en concebir la formación como un proceso constante. Hoy, “terminar la carrera” es apenas el inicio. La educación permanente, al incorporar en forma regular nuevas competencias según las exigencias del mercado y la tecnología, se convierte en un requisito imprescindible. Son recomendables los programas académicos que fomentan la curiosidad intelectual y facilitan la actualización, en lugar de aquellos rígidos o tradicionales que llegan a prohibir el uso de elementos tan elementales como la inteligencia artificial.
La versatilidad es fundamental en un entorno donde las personas cambian con frecuencia de empleo. Por eso son atractivos los programas que brindan habilidades como pensamiento crítico, comunicación efectiva, manejo de tecnología y resolución de problemas complejos.
Por supuesto que la vocación conserva su importancia, pero conviene equilibrarla con la realidad. Sentir pasión por lo que uno hace impulsa la satisfacción personal; sin embargo, esa fortaleza debe alinearse con las necesidades reales del mercado. Reflexionar más allá de si “me gusta” y, además, verificar si “tiene futuro” ” resulta determinante al tomar esta decisión.
Elegir una carrera universitaria hoy brinda más libertad y una responsabilidad mayor. Las recetas mágicas y los caminos predeterminados desaparecen ante la urgencia de decidir con información, consciencia y una estrategia clara.
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