El sobreendeudamiento es una trampa silenciosa en la que caen muchas personas al desconocer su capacidad real de pago. Luis Lucido, Global Brand Manager de Bravo, una plataforma especializada en la gestión de deudas, abordó esta problemática durante una conversación en el podcast “Dinero y Felicidad”, donde explicó sus causas y las alternativas para quienes enfrentan esta situación.
El sobreendeudamiento no distingue entre edades, géneros o condiciones. En Bravo, tras analizar más de 22 mil casos, han detectado patrones recurrentes: jóvenes que, por falta de experiencia, no saben manejar tarjetas de crédito, y adultos mayores cuyas responsabilidades financieras aumentan con el tiempo.
Entre los factores más críticos se encuentra la escasa educación financiera. Muchos no comprenden el costo real del crédito, cayendo en la trampa de los pagos mínimos. Luis explica que, si los pagos a deuda superan el 30 por ciento de los ingresos, la persona ya está sobreendeudada. Las causas externas también influyen. Situaciones como la pérdida de empleo o las emergencias médicas impactan las finanzas personales. Durante la pandemia, muchos vieron disminuidos sus ingresos sin un fondo de contingencia, lo que les obligó a recurrir al crédito.
“El primer paso es conocer tu situación. Un presupuesto ayuda a identificar gastos innecesarios y oportunidades de ahorro”. Una opción para aliviar la carga es la consolidación de deudas, que permite agruparlas en un crédito con una tasa de interés más baja. Pero advierte “no sirve de nada consolidar si luego vuelves a endeudarte”.
Otra alternativa es reestructurar el crédito, negociando con la entidad financiera para modificar plazos o tasas. Aunque esta opción puede ser complicada en casos de morosidad, algunos bancos están dispuestos a negociar para recuperar parte de la deuda.
Las reparadoras de crédito son otra solución para quienes ya son incapaces de cubrir sus compromisos. En el caso de Bravo, su estrategia incluye la creación de un plan de ahorro, seguido por la negociación de descuentos con los acreedores.
El impacto del sobreendeudamiento va más allá de lo económico. Las constantes llamadas de cobranza, muchas veces en horarios inadecuados, generan estrés y afectan la salud mental.
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