Los matrimonios jóvenes no escapan a las discusiones en torno al dinero; aun cuando trabajen ambos, la tendencia de manejar las cuentas con un estilo de roomies de cada uno paga lo suyo, genera gasto excesivo y un desconocimiento sobre las finanzas familiares. Por eso, la construcción de un presupuesto debe ser visto como un aliado.
La ventaja es que existe una manera de sostener el mejor de los dos mundos; por una parte, contar con la libertad individual y, por la otra, formar un patrimonio que les permita estar tranquilos para ir alcanzando sus metas.
Paso número uno: hagan un “money date” y platiquen sobre sus objetivos de mediano y largo plazo, ¿planean comprar departamento? ¿qué tipo de escuela buscarán para sus hijos? ¿A dónde les gustaría ir de vacaciones? ¿Quieren prepararse para la vejez? No es necesario estar de acuerdo en todo, pero estoy seguro de que encontrarán afinidades y metas en común. Lo anterior, les dará motivación para continuar y sentido al trabajo de armar el presupuesto.
Paso número dos: muy importante, sin cuestionar, vean a dónde se está yendo el dinero. Es decir, hagan un flujo de efectivo. Determinen conceptos generales y analicen un año completo, porque siempre hay meses con un patrón de erogaciones diferente, como podría ser diciembre y enero, por ejemplo. No omitan nada por el momento, están haciendo un diagnóstico, antes de juzgar.
Paso número tres: fijen cuánto desean ahorrar para cumplir los objetivos planteados en el arranque del ejercicio y también definan un monto que quieran mantener cada uno de gastos personales para tener la sensación de libertad.
Paso número cuatro: si se percatan, tendrían el ingreso disponible como pareja para destinar a la casa y ahora el reto es cuadrarlo con el punto dos, pues con ese dinero se enfrentarán todos los gastos. Aquí deberán priorizar y decidir ajustar algunas cosas.
Paso número cinco: revisar el presupuesto mensualmente para ver qué tanto se salieron de lo establecido y hacer los cortes necesarios en el siguiente periodo.
En las etapas descritas está presente un proceso de negociación que se simplificará al tener objetivos en común. Es un ejercicio permanente, el cual se va perfeccionando con el tiempo.
Olvidemos la idea de que es una camisa de fuerza; es un instrumento que te permitirá analizar cómo van con sus finanzas. Será una fuente de tranquilidad, te servirá para tomar decisiones y te preparará para contingencias.
Ya no tendrán ese sentimiento de culpa de ¿estaremos haciendo lo correcto?
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