El reporte AI Index 2025 [1] elaborado por Stanford HAI revela cómo la carrera por la Inteligencia Artificial (IA) se intensifica. Estados Unidos domina la inversión privada con más de $109 mil millones de dólares, mientras que China lidera en volumen de publicaciones científicas y patentes . En contraste, Latinoamérica participa con menos del 2% de las publicaciones y patentes globales. Aun así, México tiene ventajas únicas para cerrar esta brecha.
Cada año leo con cuidado el reporte y lo más relevante y sorprendente que encuentro del panorama actual de la IA, en comparación con años anteriores, es la velocidad sin precedentes con la que ha disminuido el costo de uso de modelos avanzados, al tiempo que su desempeño ha superado capacidades humanas en algunas tareas complejas.
Por ejemplo, el costo de inferencia de un modelo al nivel de GPT-3.5 se redujo más de 280 veces entre 2022 y 2024, pasando de US $20 a sólo US $0.07 por millón de tokens, lo que democratizar su acceso a países en desarrollo como México. Además, mientras en años anteriores los modelos abiertos estaban rezagados frente a los cerrados, hoy esa brecha casi ha desaparecido, permitiendo a nuevos actores competir globalmente sin depender de los gigantes tecnológicos. Esta convergencia de accesibilidad, eficiencia y rendimiento redefine el mapa de oportunidades y amenaza con reconfigurar el orden tecnológico mundial.
En un contexto internacional cada vez más definido por la competencia tecnológica entre Estados Unidos, China y Europa, la IA se ha convertido en un pilar fundamental del poder económico, militar y científico. Para países como México, esta transformación representa tanto un reto como una oportunidad: mantenerse como un país maquilador de bajo valor o aprovechar su posición geográfica, demográfica y económica para insertarse estratégicamente como bisagra tecnológica y de exportación en América Latina y hacia el mundo.
México posee tratados comerciales como el T-MEC, redes logísticas maduras, un mercado interno dinámico y una comunidad técnica en crecimiento. Al mismo tiempo, la descentralización global de la IA —con modelos Open Source, hardware más barato y energía más eficiente— está disminuyendo las barreras de entrada para nuevos actores. En particular, el costo de inferencia de modelos tipo GPT-3.5 ha caído más de 280 veces entre 2022 y 2024. Este contexto habilita a México para adoptar un papel dual: competir en nichos específicos con soluciones locales de IA (por ejemplo, en manufactura, salud o agricultura) y servir como nodo de exportación de talento, datos y productos tecnológicos para el resto de América Latina.
Un punto clave es que la IA no es solo un recurso para industrias de alta tecnología, sino una herramienta transversal. Las aplicaciones en industrias tradicionales —optimización de cadenas de suministro, mantenimiento predictivo, traducción automatizada, robótica colaborativa— pueden aumentar la competitividad de las pymes y del sector exportador. Además, México puede convertirse en el desarrollador y exportador de soluciones de IA diseñadas para el sur global. A través de centros de excelencia, como los que ya existen en Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México, se podrían generar tecnologías entrenadas con datos locales que representen mejor las condiciones lingüísticas, culturales y climáticas de la región. Esto permitiría competir con propuestas del norte global que muchas veces fallan al adaptarse a contextos latinos o africanos. Para lograr esto, sin embargo, se requiere una política pública decidida y coordinada. Mientras países como Canadá, Francia o Arabia Saudita están lanzando iniciativas nacionales multimillonarias de infraestructura, México necesita articular una agenda nacional incluyente que combine no solo los aspectos cosméticos de la IA en los negocios, sino que de reconocimiento al desempeño y consolidación de competencias de innovación disruptiva, Deep Tech y de alta tecnología.
México necesita impulsar una estrategia nacional de formación científica en IA orientada a la práctica. Esto implica no solo capacitar a ingenieros y científicos de datos, sino también formar a técnicos, desarrolladores, analistas y tomadores de decisiones en sectores como manufactura, salud, educación, logística y agricultura. La IA aplicada debe ser accesible desde la educación media superior hasta los programas de capacitación continua en empresas, con alianzas entre universidades, industria y gobiernos estatales para garantizar pertinencia y escalabilidad.
Una política fiscal inteligente puede acelerar la adopción de IA en el sector productivo. Ofrecer deducciones o créditos fiscales a empresas que inviertan en proyectos de IA, ya sea desarrollando soluciones propias o integrando herramientas existentes, puede reducir el riesgo de adopción y fomentar innovación. Este enfoque no solo beneficiaría a startups tecnológicas, sino también a pequeñas y medianas empresas que requieren automatizar procesos, analizar datos o mejorar sus productos y servicios mediante IA.
La adopción acelerada de IA debe estar acompañada de una regulación moderna, flexible y basada en principios. México tiene la oportunidad de convertirse en referente regional en materia de IA responsable si articula marcos que promuevan la transparencia algorítmica, la protección de datos, la equidad en la toma de decisiones automatizadas y la rendición de cuentas. Más que restringir, la regulación debe habilitar la innovación responsable y al servicio del bienestar social.
En un mundo donde la IA también es parte de la geopolítica, México debe desarrollar una diplomacia tecnológica activa. Esto implica participar en foros multilaterales, establecer alianzas estratégicas con países líderes en IA y promover iniciativas regionales de cooperación. Al posicionarse como un interlocutor confiable entre Estados Unidos, Europa, China y América Latina, México puede influir en la construcción de estándares globales, atraer inversión y fortalecer su rol como nodo estratégico en la economía digital.
México está en una posición única para alinear su desarrollo tecnológico con la nueva lógica multipolar. Si articula bien sus capacidades, puede no solo evitar quedar rezagado, sino convertirse en actor relevante en la cadena de valor de la IA: como desarrollador regional, socio preferente de Estados Unidos y Europa, y puente hacia América Latina. La IA, lejos de ser solo un tema técnico, es hoy una herramienta de posicionamiento estratégico global.
Ante la dinámica arancelaria y la intensificación de la guerra comercial que marcan el 2025, el próximo año será clave para comprender las reglas de esta nueva economía global basada en datos, automatización y talento. Si actuamos con rapidez, inteligencia y de forma coordinada, México no sólo podrá adaptarse, sino colocarse en el mapa como un actor relevante. Juntos, con visión compartida, será mucho más fácil aprovechar esta ventana de oportunidad histórica.
[1] https://hai.stanford.edu/ai-index/2025-ai-index-report