Comisionado del INAI

Autonomía e imparcialidad: rumbo a la jornada electoral

Es menester que en el proceso del domingo el INE se mantenga a la altura como la autoridad electoral, como lo ha venido haciendo históricamente.

“Las elecciones son una característica central de la democracia. Para que la democracia prospere, es esencial que las elecciones sean libres y justas”

Koffi Annan

Este domingo 2 de junio, el Instituto Nacional Electoral (INE) celebrará la jornada electoral más grande de nuestra historia, ya que el padrón electoral es de casi 100 millones de personas. Este crecimiento del padrón se explica, por un lado, por la pirámide poblacional de nuestro país, que muestra un aumento en el número de jóvenes en edad de votar; y por el otro, por los esfuerzos del propio INE para que cada vez más mexicanas y mexicanos en el extranjero puedan votar.

Pero no sólo es la elección más grande por el número de personas que pueden votar, sino porque en esta ocasión se compite por casi 2 mil 300 cargos de elección popular, que incluyen la presidencia de la República, 500 diputaciones federales, 128 senadurías, nueve gubernaturas estatales, 30 congresos estatales y mil 802 presidencias municipales o alcaldías en el caso de la Ciudad de México.

Al hablar sobre organismos del Estado, tanto el INE como el INAI comparten el importante rasgo de la autonomía. Esto implica que pueden tomar decisiones sin depender de alguno de los poderes de la Unión. Asimismo, esta situación resalta la responsabilidad que tienen de ser imparciales, el INE en el ámbito electoral y el INAI respecto a la defensa de los derechos de acceso a la información y de protección de datos personales.

Particularmente, la historia del INE es de lucha por la imparcialidad y la transparencia. Antes de la creación de este instituto, las elecciones en México eran organizadas por el gobierno, lo que generaba desconfianza y denuncias de fraude. La falta de una autoridad electoral independiente minaba la credibilidad ciudadana, tanto en los procesos electorales como en las instituciones del Estado. Por ello, en la década de los 90 se dieron las primeras reformas políticas tendientes a crear un organismo independiente e imparcial para organizar y arbitrar los procesos electorales. Así nació el Instituto Federal Electoral (IFE), que a la postre, como parte de las grandes reformas democráticas de 2014, se transformó en el INE para ampliar sus alcances, de sólo lo federal a lo nacional.

Elecciones sin grandes sobresaltos son sinónimo de paz social y proyección de gobernabilidad. Las elecciones son un fundamento de nuestro contrato social y el ejercicio más básico de nuestra ciudadanía y nuestra democracia. Por eso, es menester que, ante el gran reto, el INE se mantenga a la altura como la autoridad electoral que es, como lo ha venido haciendo no sólo en el presente proceso, sino históricamente.

En las elecciones hay candidaturas ganadoras y perdedoras; así es la democracia. Es normal que, posterior a la jornada electoral, algunas candidaturas emprendan acciones de impugnación, es su derecho. Sería ideal, en primera instancia, que en este proceso no fuera necesario detonar acciones de este tipo, pero la realidad nos muestra que no existen las elecciones perfectas; de manera que hago votos porque las impugnaciones se mantengan en los canales institucionales y en total el respeto a las autoridades y sus determinaciones, así como a las partes en disputa. No olvidemos que la democracia electoral existe, precisamente, para ordenar pacíficamente el acceso al poder.

Sobre todo, me sumo al llamado a votar. Somos una sociedad afortunada porque ha sabido construir una gran democracia, con un andamiaje electoral sólido, ejemplo internacional, basado, lo repito, en la imparcialidad y la autonomía, pero también en la capacidad técnica.

A las autoridades y al funcionariado electoral, y sobre todo a la ciudadanía que participará voluntariamente en la organización de los comicios, no les deseo suerte, porque su capacidad no está en duda; les deseo más bien que esta jornada sea pacífica y que se pueda desarrollar en el ámbito de la transparencia y la normalidad que ustedes ofrecen.

Enhorabuena por la autonomía y la imparcialidad. ¡Que viva nuestra democracia!

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