Cuando los alemanes salieron a las calles de Berlín la noche del 9 al 10 de noviembre de 1989, para echar abajo el Muro que había dividido su ciudad durante más de veinte años, el mundo pensó que el cemento, las varillas y los alambres se derrumbarían junto al bloque comunista, derrotado en la Guerra Fría.
Sin embargo, ayer el presidente de Estados Unidos , Donald Trump, demostró que no es así, al ordenar la construcción de un nuevo muro en la frontera con México, que se suma a la cada vez más larga lista de barreras de cemento, vallas y alambre que dividen al mundo.
De acuerdo con la revista "Courrier International", de los 11 muros que había en 1989, los lugares del mundo donde el alambre y el cemento dominan el paisaje y dividen el territorio han pasado a ser 70 en la actualidad.
De acuerdo con la publicación, los muros que separan Israel de Cisjordania —levantado en 2002, y todavía sin terminar— e Israel de Gaza —construido en 2005— son los más conocidos, junto a la barrera de lámina que se eleva en la frontera entre Estados Unidos y México, iniciado en 2006 y que será reforzada por el presidente Trump bajo el argumento de proteger la seguridad de su país.
Desde la barrera que construyó el presidente Dwight D. Eisenhower en 1959 para separar Guantánamo de Cuba, hasta la valla en el enclave español de Melilla, que lo separa de Marruecos para evitar la inmigración desde África a la Unión Europea, pasando por la "gran muralla" que construyen Francia y Reino Unido en el puerto de Calais para contener la llegada de migrantes que huyen de la guerra en Siria e Irak, los muros han sido construidos bajo justificaciones militares, como en el caso de Corea del Norte y Corea del Sur, aunque el pretexto migratorio ha disparado la intención de más divisiones entre países como Grecia, Austria, Croacia, Rumania y Noruega.