CIUDAD DE MÉXICO. Aunque Maria Echaveste ya aprobó el escrutinio de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) al que se someten todos los candidatos a embajadores de Estados Unidos, su nombramiento por la Casa Blanca aún tendrá que pasar por el proceso de ratificación del Senado, que usualmente se prolonga varios meses.
Echaveste deberá exponer sus planes para manejar la relación de EU con México, responder por escrito a las preguntas de los integrantes del Comité de Relaciones Exteriores del Senado -que encabeza en la 113 Legislatura el demócrata Bob Menendez- y presentarse a una audiencia pública ante esa comisión.
Si se aprueba su designación, esta será enviada al pleno de la Cámara Alta para que sea ratificada, tras lo cual Echaveste rendirá juramento al cargo en la Casa Blanca antes de trasladarse a nuestro país.
El embajador saliente, Earl Anthony Wayne, fue ratificado por unanimidad en el Senado el 2 de agosto de 2011 con una rapidez (dos meses) que contrastó con el largo y tortuoso camino enfrentado por su antecesor, Carlos Pascual, el cual coincidió con la batalla al interior de la Cámara Alta por el golpe de Estado en Honduras, ya que la minoría republicana bloqueó varias designaciones hasta que la cancillería, entonces dirigida por Hillary Clinton, reconoció plenamente al régimen golpista de Tegucigalpa.
Pascual esperó casi seis meses su confirmación, lapso que ha sido uno de los más prolongados en los últimos años. En promedio, el visto bueno para los embajadores estadounidenses en México ha requerido de dos a tres meses, como ocurrió en los casos de Tony Garza (noviembre de 2002) y Jeffrey Davidow (junio de 1998).