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Bashar el Assad se impone en Siria; adelantan derrota de la guerrilla

Salida de Homs, “capital de la revolución”, clave en el conflicto civil. Los islamistas llegaron a controlar dos tercios del país con ayuda saudita. 

Si la "primavera árabe" y la esperanza de cambio democrático pacífico se marchitaron con el golpe militar que derrocó al presidente Mohamed Morsi en Egipto en 2013, el camino de la violencia contra los regímenes autoritarios también se ha frustrado en Siria, donde el presidente Bashar el Assad parece avanzar hacia su reelección el tres de junio, tras la salida de la guerrilla de Homs la semana pasada.

Homs, la tercera ciudad siria, fue llamada "la cuna de la revolución" por ser uno de los escenarios donde las protestas de 2011 derivaron hacia el levantamiento armado; sin embargo, al cabo de meses de sitio a sus barrios centrales, el gobierno pactó con los rebeldes afiliados a Al Qaeda su retiro a cambio de un canje de prisioneros y la entrada de ayuda humanitaria; un modelo que, dice Moon of Alabama, podría aplicarse en otros lugares y que permitirá al ejército enfocarse en Aleppo y el este de Damasco, donde se hallan los últimos reductos de los insurgentes, que llegaron a controlar dos tercios del país.

Incluso el senador republicano John McCain, uno de los más ardientes promotores de la intervención estadounidense, aceptó que el retiro de la Ciudad Vieja de Homs constituye una "gran victoria" para El Assad, de 48 años y heredero del régimen laico, pero sustentado en la minoría alauita, que su padre Hafez estableció en 1971. Al estallar la guerra, muchos apostaron a que seguiría la suerte del libio Muamar Kadhafi; no obstante, el punto de inflexión se produjo en agosto, cuando Rusia convenció a Estados Unidos de suspender su ofensiva aérea contra Damasco, luego de un ataque químico a civiles que habría sido organizado, afirma Seymour Hersh, por el espionaje turco.

Dudas

En Washington y Europa había dudas sobre la conveniencia de una campaña aérea, en especial después de que se hizo claro que los "moderados" del Ejército Sirio Libre no se impondrían a los fanáticos sunitas exportados por Arabia Saudita, Qatar y Turquía desde Libia e Irak como parte de su pugna sectaria con el Irán chiíta aliado de El Assad.

Desde hace un año los integristas combaten entre sí; aún piden a EU misiles antiaéreos para equilibrar la guerra, pero están quedando solos; como dijo James Clapper, jefe de Inteligencia Nacional, Siria se transformó en un "enorme imán" para el extremismo islámico.

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