El Parlamento checo aprobó una reforma al Código Penal que prohíbe la propaganda comunista, con penas de hasta cinco años de prisión. La medida aprobada el viernes 18 de julio y firmada de inmediato por el presidente Petr Pavel, equipara la promoción del comunismo a la del nazismo.
La ley castiga la organización, apoyo o promoción de movimientos que supriman derechos humanos o inciten al odio. Incluye expresamente al comunismo y al nacionalsocialismo, aunque hace excepciones para usos artísticos, académicos o documentales.
El Instituto para el Estudio de los Regímenes Totalitarios llevaba años exigiendo que el comunismo fuera sancionado con la misma dureza que el nazismo. En palabras de legisladores que apoyaron la reforma, Chequia no podía seguir tratando de forma distinta a dos ideologías responsables de persecuciones y crímenes.
En un país marcado por la ocupación soviética y la represión tras la Primavera de Praga de 1968, la nueva ley se presenta como un acto de justicia histórica. Busca cerrar las heridas del pasado comunista y reforzar el compromiso con la democracia.
El Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSČM), hoy sin representación parlamentaria, acusó al gobierno de querer silenciar a la izquierda en plena campaña electoral. Denunció además el riesgo de criminalización política.
Chequia sigue la línea de otros países de Europa del este, como Polonia, Hungría, Lituania y Letonia, que ya han prohibido la propaganda comunista y el uso de sus símbolos. Sin embargo, es el primero en establecer penas de prisión equivalentes a las previstas para la apología del nazismo.
En Hungría, la ley prohíbe desde 1993 la exhibición de emblemas comunistas. En Polonia, la exaltación del comunismo se castiga como apología del totalitarismo. Eslovaquia limita la restricción a lo simbólico, sin penas de cárcel.
La República Checa ha decidido ir más allá. La reforma marca un cierre legal frente al pasado soviético y refuerza su lugar entre los países europeos que condenan sin matices cualquier forma de totalitarismo.