Donald Trump preguntó directamente a Volodímir Zelenski si Ucrania podría atacar Moscú o San Petersburgo en caso de recibir armas de largo alcance por parte de Estados Unidos, reveló este martes el diario londinense Financial Times.
La conversación ocurrió el 4 de julio, un día después de una llamada entre Trump y Vladímir Putin. En esa conversación, el líder ruso reiteró que no abandonará sus objetivos en Ucrania.
“¿Puedes atacar Moscú? ¿Puedes atacar San Petersburgo también?”, preguntó Trump, según el diario británico. Zelenski respondió: “Por supuesto, si nos dan las armas”.
Financial Times sostiene que Trump busca “hacer sentir el dolor” a Rusia y empujar al Kremlin a la mesa de negociaciones.
Trump endurece estrategia
El viraje de Trump se formalizó el lunes, tras su encuentro en Washington con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Allí, el presidente estadounidense amenazó con imponer un arancel de 100% a Rusia si no hay acuerdo de paz en los próximos 50 días.
También confirmó el envío a Ucrania de sistemas antimisiles Patriot, cuyo costo será asumido por países europeos aliados.

Según CNN, la ayuda incluirá misiles y municiones, enviada a través de Europa para evitar críticas internas en Estados Unidos. La Casa Blanca anunció además sanciones secundarias para quienes mantengan comercio energético con Moscú.
“No nos cambiarán las amenazas”
El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, aseguró que “ninguna amenaza, ni económica ni militar, afectará la voluntad de Rusia”.
Lavrov declaró a TASS que Moscú mantiene sus objetivos en Ucrania y está preparado para resistir la presión occidental.
El Kremlin insistió en que su política exterior “no se dicta desde el extranjero” y reiteró sus condiciones para un alto al fuego: reconocimiento de las anexiones territoriales y la ruptura de los lazos militares de Ucrania con la OTAN.
Izvestia minimiza amenazas
El diario ruso Izvestia calificó las amenazas estadounidenses como “ruido mediático” para calmar a los aliados de la OTAN.
El rotativo señaló que el comercio entre Estados Unidos y Rusia “está en un nivel mínimo” y cualquier arancel “será inútil”. Según la Duma estatal, Rusia produce ya sus bienes esenciales o los importa desde países no sancionados por Washington.
Respecto al envío de Patriot, Izvestia afirmó que no cambiará la situación en el frente, pues “no son una superarma”.
El periódico consideró que las amenazas de Trump se quedarán, en su mayoría, en el terreno de las declaraciones.
El fracaso de Trump con Putin abre la vía del “Plan B”
Financial Times destacó que el punto de ruptura fue la llamada del 3 de julio, cuando Putin rechazó ceder en Ucrania.
La negativa enfureció a Trump, que decidió activar la presión económica, el rearme de Ucrania y las amenazas abiertas.
Desde enero, Trump había prometido acabar la guerra “en un solo día” y dijo haber estado cerca del acuerdo en cuatro ocasiones.
Ahora su estrategia pasa por aumentar la presión y movilizar políticamente a sus aliados europeos.
Moscú: Las amenazas son serias pero no cambiarán nada
El Kremlin calificó las advertencias estadounidenses como “muy serias”, pero pidió tiempo para analizarlas.
Moscú insistió en que su postura sobre Ucrania sigue firme y que las amenazas no alterarán su política exterior.
Las declaraciones oficiales y los mensajes de la prensa rusa reflejan una postura defensiva, pero segura, en el momento en que la relación entre Trump y Putin vive su periodo más tenso desde la reanudación del diálogo a comienzos de año.
Europa, entre la cautela y la desconfianza
En Europa, las amenazas de Trump y su cambio de estrategia provocan inquietud y escepticismo. Algunos gobiernos consideran arriesgado alentar ataques dentro de Rusia, pues temen una escalada fuera de control.
Fuentes diplomáticas citadas por Le Monde señalaron que la presión arancelaria y el envío de armas pueden reforzar la resistencia rusa en lugar de debilitarla.
“Europa quiere estabilidad, no una guerra abierta”, declaró un funcionario de Bruselas al diario francés.
Además, varios aliados en la OTAN han expresado su malestar por la política de “doble juego” de Washington: amenazar a Moscú mientras descarga el costo económico y militar sobre los europeos.