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Feminicidios en Latinoamérica: Una mujer es asesinada cada dos horas

Al menos 4 mil 50 mujeres fueron víctimas de feminicidio en países latinoamericanos durante 2022, según datos de la Cepal.

Mujeres cargan un ataúd simulado cubierto con los nombres de víctimas de violencia de género durante una marcha en Lima, Perú. (AP)

Hay más conciencia social, más leyes, más estadísticas y una respuesta estatal más presente, pero aún así la violencia feminicida se mantiene en la región. Por eso también hay más gritos que piden que se detenga, voces de distinta procedencia, edad y raza que dicen “¡Basta!” y que exigen respuestas a sus gobiernos.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) recordó en su último reporte que el problema es una realidad en 26 países y territorios: una mujer es asesinada por razones de género cada dos horas.

En 2022, las víctimas latinoamericanas de feminicidios sumaron 4 mil 50, según las cifras entregadas por los Estados, publicadas esta semana con ocasión de la conmemoración el sábado del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, también llamado 25N.

Pero los colectivos aseguran que esta lacra es mayor de lo que evidencian los datos oficiales.


“Por el derecho a vivir de todas las mujeres”, gritaba este sábado un grupo de mujeres brasileñas en la playa de Copacabana de Río de Janeiro.

“¡Basta!”, exigían con los nombres de algunas de las víctimas a sus pies acompañadas de zapatos sin dueña.

Estos asesinatos son, en palabras de la Cepal, “la expresión extrema de la desigualdad, la discriminación y las múltiples formas de violencia contra las mujeres y las niñas”.

De ahí que, como cada 25 de noviembre, las voces crispadas se multiplicaran y se convocaran marchas y manifestaciones de uno a otro extremo del continente.


El clamor es el mismo. Las voces, diferentes, pero cruzaban fronteras.

Una estudiante uruguaya en México que sólo quiso dar su primer nombre, Cecilia, recordó que hoy era más importante que nunca tomar las calles.

“Creo que estamos como en un momento de mucho retroceso en distintos países respecto a los derechos que hemos conquistado”, dijo.

Las calles de Argentina fueron probablemente donde más se dejó notar ese sentimiento dirigido contra el ultraderechista Javier Milei, presidente electo del país sudamericano desde el domingo pasado.

“Ni un ajuste más, ni un derecho menos”, repetían indignadas unas 2 mil mujeres en Buenos Aires.

“Siempre salgo a la calle, pero hoy fue una necesidad”, afirmó Mercedes Menzt, una estudiante de 18 años. “No podía no salir hoy, siendo que el domingo fue un día en que algo se rompió en el país”.

En su opinión, el nuevo presidente se rodeó de mujeres sí, pero “mujeres machistas”, señaló.

Las feministas argentinas, que han sido una de las voces más fuertes del continente por los derechos de las mujeres, aseguraban el sábado que no darían “ni un paso atrás” en derechos que les han costado mucho lograr, como el del aborto.

El nuevo gobierno pone “en duda muchas cosas, quieren reabrir debates que para nosotras ya se dieron y que no estamos dispuestas a reabrir”, afirmó la activista Gio Iris.

A miles de kilómetros de allí, en Ciudad de México, las protestas iniciaron el viernes por la noche con la plaza principal de la capital del país transformada en un ‘cementerio’ de mujeres.

Colectivos feministas cubrieron parte del Zócalo, frente a la sede presidencial, de cartones rosas que simulaban lápidas. Donde debía leerse el nombre de la difunta aparecía la palabra “feminicidio”.

El singular panteón, decorado con veladoras y carteles en recuerdo de las mujeres asesinadas en el país, lanzaba una exigencia silenciosa de justicia que el sábado retumbó por toda la región.

El objetivo en todas partes era llamar la atención con las protestas.

En Quito, Ecuador, una mujer pintada como las populares catrinas mexicanas, gritaba “Las niñas son niñas, las niñas no son madres”, recordando un problema que afecta con fuerza la región.

Según la Cepal un 4 por ciento del total de víctimas de violencia son niñas menores de 15 años. Y hay casos de matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados en una de cada cinco niñas. Además, más de 400 menores perdieron a su madre o cuidadora por feminicidio en 2022.

En Caracas, Venezuela, repetían “mujer, vida, libertad”, muchas con símbolos de mariposas en sus manos en recuerdo de las feministas dominicanas, las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo precisamente el 25 de noviembre de 1960, la efeméride que dio origen a las conmemoraciones de este sábado.

Algunas mujeres en el gobierno quisieron dejar claros sus compromisos. La vicepresidenta colombiana Francia Márquez anunció el sábado la creación del Viceministerio de la Mujer para fortalecer el monitoreo y la prevención de la violencia de género.

Y la presidenta peruana Dina Boluarte participó en una concentración en Lima donde tuvo que escuchar las exigencias para destinar más recursos a este problema.

Según las estadísticas que maneja la Cepal a partir de encuestas en 10 países de la región, alrededor de dos de cada tres mujeres son víctimas de violencia por razón de género en distintos ámbitos. Además, una de cada tres vive o vivió agresiones físicas y/o sexuales por su pareja o expareja, “lo que conlleva el riesgo de la violencia letal, según la OMS (Organización Mundial de la Salud)”.

Además, solo tres de 19 países reportan datos de fuentes oficiales sobre denuncias de violencia o medidas cautelares que permitan evaluar la eficacia de las políticas públicas y de las instituciones; y sólo en siete países hay regulación para atender e indemnizar desde el Estado a los hijos de las mujeres víctimas de feminicidio.

El organismo regional concluye, por tanto, que la amenaza recae sobre 88 millones de mujeres mayores de 15 años de América Latina y el Caribe. Pero va más allá.

José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo del organismo regional, señaló en el comunicado que “la violencia feminicida se puede prevenir con respuestas estatales integrales y contundentes” pero también “se necesitan con urgencia transformaciones profundas para garantizar que las mujeres y las niñas de nuestra región puedan vivir vidas libres de violencia”.

Las calles lo tienen claro. Los gobierno todavía no.

“El 8 marzo y el 25 de noviembre, en donde esté, voy con las mujeres”, dijo tajante Patricia Camacho, una misionera laica de 62 años, mientras avanzaba por el centro de Ciudad de México juno a estudiantes, madres que pedían justicia por sus hijas y niñas que aspiraban a un futuro mejor.

“Si no visibilizamos la violencia, nunca va a cambiar nada”, sentenció.

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