En un universo donde el verdadero lujo se mide en savoir-faire, paciencia y excelencia silenciosa, Blancpain vuelve a mover los límites con una creación que redefine la noción de gran complicación. El Grande Double Sonnerie, la más reciente obra maestra de la manufactura del Vallée de Joux, no solo inaugura una nueva frontera técnica en la relojería contemporánea: encarna una rara síntesis de tradición, musicalidad, arte mecánico y una exclusividad prácticamente sin precedentes.
La visión partió del Presidente y CEO Marc A. Hayek, quien ya había demostrado su instinto para revivir íconos —como el legendario Fifty Fathoms— y ahora buscaba materializar algo que nadie había intentado. El resultado, ocho años después, es el reloj más complejo en la historia de la casa: más de 1,100 componentes, 21 patentes desarrolladas durante el proceso y un nivel de artesanía que roza lo escultórico.

Una sonería inédita: dos melodías, cuatro notas y un toque de rock
La grande sonnerie es considerada la “reina de las complicaciones”, capaz de marcar automáticamente las horas y los cuartos. Sin embargo, Blancpain decidió ir más allá. Tradicionalmente, estas piezas utilizan dos notas; en este caso, los maestros relojeros crearon un carillón de cuatro (Mi, Sol, Fa, Si), abriendo paso a algo impensable hasta hoy: una melodía completa.
El reloj puede interpretar dos composiciones, seleccionables mediante un pulsador en la caja:
- El clásico carillón de Westminster, emblema del Big Ben.
- Una pieza inédita compuesta por Eric Singer, baterista de KISS y amigo cercano de Hayek.
Convertir la limitación de cuatro notas en una expresión musical auténtica exigió precisión micrométrica y un riguroso trabajo acústico: desde una membrana de oro integrada en el bisel para amplificar el sonido, hasta un regulador magnético silencioso que garantiza un tempo perfecto sin interferencias mecánicas. El resultado es una experiencia sensorial que trasciende el volumen: es claridad, resonancia y emoción.

Tourbillon volante y calendario perpetuo retrógrado: tradición llevada al extremo
El Grande Double Sonnerie no solo rinde homenaje al sonido. Su arquitectura mecánica incorpora un tourbillon volante de 4 Hz, evolución del célebre diseño presentado por Blancpain en 1989. La espiral de silicio ofrece resistencia al magnetismo y estabilidad cronométrica, mientras la jaula pulida a espejo revela un ballet técnico que captura la luz con elegancia hipnótica.
A ello se suma un calendario perpetuo retrógrado completamente integrado en el movimiento, una rareza incluso dentro del mundo de las grandes complicaciones. En lugar del módulo clásico que ocultaría la sonería, Blancpain rediseñó todo el sistema para conservar la apertura visual del calibre y permitir ajustes mediante correctores bajo las asas, ingeniosamente incorporados en la propia mecánica.
El arte invisible: oro macizo y la mano del maestro
Si la técnica sorprende, los acabados conquistan. La platina principal y los puentes están elaborados en oro de 18 quilates, un material noble que exige un dominio absoluto por su suavidad. Su belleza recompensa con una calidez única y superficies que brillan con intensidad incomparable.
Los artesanos aplican 135 ángulos interiores —imposibles de fabricar con herramientas eléctricas— y pulen cada pieza, visible u oculta, con métodos tradicionales que emplean madera, abrasivos finísimos y, para el toque final, vástagos de genciana del Vallée de Joux. Es un trabajo que casi no se ve, pero que define la esencia del lujo auténtico.

Una pieza para vivirse, no para guardarse
Pese a su enorme complejidad, Blancpain insiste en que este no es un reloj de vitrina. Con 47 mm de diámetro y 14.5 mm de grosor, el Grande Double Sonnerie ha sido concebido para llevarse con comodidad. Cada ejemplar requiere casi un año de labor individual por parte de un solo relojero —Romain o Yoann—, quienes firman la placa posterior como gesto final de autoría.
La experiencia culmina con un estuche fabricado con madera del legendario bosque de Risoud, empleada por luthiers para instrumentos de cuerda. No es un contenedor: es una caja de resonancia natural que acompaña la melodía del reloj y subraya el vínculo entre tiempo, sonido y patrimonio cultural.

La cúspide del lujo relojero
En un mercado donde la exclusividad a menudo se confunde con escasez programada, el Grande Double Sonnerie recuerda que el lujo genuino es tiempo, tradición y genio humano. Es una pieza única, personalizable y destinada a un círculo mínimo de coleccionistas capaces de apreciar lo que implica escuchar el tiempo, no solo medirlo.
Con esta creación, Blancpain no solo presenta una primicia mundial: escribe un nuevo capítulo en la alta relojería, donde la emoción y la elegancia se convierten en melodía.




