Cuando pensamos en nuestro retiro, lo más común es enfocarnos en el saldo acumulado en nuestra Cuenta Individual, conocida coloquialmente como “recursos de la Afore”. Sin embargo, hay un indicador que puede determinar con mayor precisión qué tan preparado estás para ese futuro: la densidad de cotización. Aunque es un concepto poco conocido, tiene un impacto directo en la calidad de vida que podrás tener al jubilarte. Tener un buen monto ahorrado no será suficiente si tu historial de cotización es bajo o irregular; Aunque ahorrar en la Afore es esencial, conocer tu densidad de cotización puede ser la clave para un retiro digno. Este indicador refleja qué proporción de tu trayectoria laboral se considera para tu pensión, lo que facilita una proyección más precisa de tus ingresos futuros.
¿Qué es la densidad de cotización?
La densidad de cotización representa el porcentaje de tu vida laboral que ha sido reconocida formalmente por algún sistema de seguridad social, como el IMSS o el ISSSTE. Es decir, cuántos años de trabajo has cotizado efectivamente en relación con los años que has estado activo laboralmente.
Por ejemplo, si has trabajado diez años, pero solo cotizaste formalmente cinco, tu densidad de cotización sería del 50 %. Aunque hayas generado ingresos durante estos diez años, solo la mitad de ese tiempo fue contabilizada oficialmente para efectos de tu pensión.
¿Por qué es tan importante?
Porque solo cuando cotizas, se realizan aportaciones obligatorias a tu cuenta individual en la Afore, lo que influye directamente en el monto que recibirás al jubilarte. Además, las semanas cotizadas son un requisito para acceder a una pensión garantizada.
Una densidad de cotización baja puede significar un retiro con ingresos limitados, aún si trabajaste durante muchos años. Esto ocurre con frecuencia para quienes laboran de manera informal, bajo esquemas sin prestaciones o como trabajadores independientes sin registro ante el IMSS. También puede afectar a quienes han tenido lagunas laborales prolongadas o cambios constantes de empleo sin cotización.
¿Cómo se calcula?La fórmula es sencilla:(Años cotizados / Años trabajados totales) × 100
Entre más alto sea este porcentaje, mayor será tu densidad de cotización y estarás mejor preparado para tu retiro.
Un ejemplo práctico:
Imagina a Ana Paula, quien tiene 40 años y comenzó su vida laboral hace 20. Sin embargo, no ha trabajado de forma continua ni siempre en empleos formales. De esos 20 años, solo ha realizado aportaciones al sistema durante 10. El resto del tiempo estuvo desempleada, trabajó informalmente o en empleos donde no realizaron aportaciones. Esto se traduce en una densidad de cotización del 50%, lo que significa que ha cotizado solo la mitad del tiempo que ha estado activa laboralmente o con posibilidad de aportar al sistema de pensión.
¿Qué puedes hacer para mejorar tu densidad?
- Formaliza tu empleo: Trabajar en el sector formal desde el inicio de tu carrera profesional te brinda mayor seguridad hacia el futuro.
- Utiliza la Modalidad 10 del IMSS: Si eres trabajador independiente, esta modalidad te permite seguir cotizando por tu cuenta al seguro de retiro, cesantía en edad avanzada y vejez.
- Haz aportaciones voluntarias a tu Afore: Aunque no estés cotizando formalmente, puedes fortalecer tu ahorro individual con depósitos regulares.
Nunca es tarde para comenzar.Una densidad baja no es una sentencia definitiva, es una señal de que es momento de hacer ajustes. Aún estás a tiempo de mejorar tu situación y asegurar un retiro más tranquilo. Revisar tu historial laboral y buscar asesoría profesional son pasos fundamentales para construir un mejor futuro.
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Referencia: Los recursos en tu Cuenta individual son tuyos. Infórmate en www.gob.mx/consar - https://www.gob.mx/consar/articulos/cambios-en-los-determinantes-pueden-mejorar-la-tasa-de-reemplazo