Monterrey

El valor de los valores

OPINIÓN. No sólo el comportamiento de quienes están dentro de las organizaciones afecta sus resultados sino también el comportamiento de quienes conforman sus grupos de interés, como es el caso de sus clientes o deudores.

Es fascinante escuchar conversaciones sobre lo caro que está el dólar, que el precio del petróleo bajó, del incremento de las tasas de interés y las expectativas respecto a la Bolsa y de cómo una variable afecta a la otra: cómo el crecimiento de China afecta todas las variables anteriores, cómo las políticas de los países de la OPEP afectan la oferta del petróleo y hasta cómo las elecciones de Estados Unidos forman parte de este rompecabezas.

Sin duda todo se resume al tema del valor: el valor del dólar, el valor de la bolsa, el valor del petróleo, etc. Por más expertos que seamos en economía o finanzas, nuestras conversaciones estarán siempre limitadas si no incorporamos a ellas el aspecto humano. El precio del dólar, del petróleo, el nivel de la bolsa y las tasas de interés no tienen voluntad propia, su comportamiento y determinación son el resultado de las decisiones de nuestros líderes. Resulta imperativo comprender el comportamiento del ser humano tanto en lo individual como en lo colectivo, para así predecir dicho comportamiento.

Hemos sido testigo de casos como el de Enron, WorldCom, la crisis hipotecaria, la crisis griega y hasta el caso reciente en el que Volkswagen se vio envuelto en un fraude ambiental. Sin duda las consecuencias NO son el resultado de la falta de conocimientos técnicos, sino de cuestiones éticas no sólo de quienes toman las decisiones sino también de quienes las ejecutan. Por ello resulta necesario reflexionar respecto a la cultura de valores que profesa cada empresa, cada institución y cómo viven dicha cultura cada uno de los miembros de las mismas.

Por otra parte, no sólo el comportamiento de quienes están dentro de las organizaciones afecta sus resultados sino también el comportamiento de quienes conforman sus grupos de interés, como es el caso de sus clientes o deudores. Por ejemplo, en la decisión de otorgar crédito a clientes, una empresa no debe basarse exclusivamente en la capacidad de pago del cliente, sino también en su calidad moral. Han surgido mecanismos que buscan predecir el incumplimiento de compromisos financieros, como lo son el análisis de crédito y el Buró de Crédito. El análisis de crédito utiliza indicadores financieros para formar un juicio respecto a la capacidad de pago de los deudores; este análisis se basa principalmente en la generación presente y futura de efectivo, lo cual no garantiza que el deudor tenga la capacidad o calidad moral para cubrir sus deudas futuras. Mientras, el buró de crédito suele ser un medio por el cual las instituciones de crédito evalúan la calidad moral de sus futuros deudores; sin embargo, no es sino hasta que el deudor ha caído en incumplimiento de pago cuando aparece en el buró. No existe mecanismo que reporte si quien incumplió en el pago lo hizo por insolvencia económica o moral, ni que prediga si alguien no pagará aun contando con los medios para hacerlo.

El mercado accionario no queda exento de la problemática de contemplar el comportamiento humano en el proceso de valoración. Los dos principales métodos utilizados para determinar el valor de una empresa (múltiplos y flujo de caja descontados) se basan en cifras financieras y en proyecciones de las mismas, y no ponen en juicio la calidad de la información utilizada o estimada para determinar el valor de la empresa. Únicamente revisan si los estados financieros fueron auditados y realizan ajustes subjetivos a dichas cifras. Sin embargo, no hay ajustes originados por la calidad moral de los tomadores de decisiones o la cultura organizacional relacionada al desarrollo sustentable o su ética, que sin duda afectarán los flujos futuros de la empresa.

Es necesario que los mercados financieros encuentren mecanismos para incorporar en los instrumentos financieros los valores del emisor y de sus diferentes grupos de interés, ya que dependen de ellos los beneficios reales que un inversionista obtendrá al adquirir dicho instrumento. De otra manera, seguiremos viviendo vaivenes en los precios de las acciones, las tasas de interés, las divisas y continuaremos atribuyendo dicha volatilidad única y exclusivamente a variables económicas y financieras, cuando el comportamiento humano es quien hace realidad las expectativas de beneficios futuros. El reto es cómo dar VALOR a los VALORES. ¿Alguna sugerencia?

* El autor es profesor del Departamento Académico de Contabilidad y Finanzas. Su correo es humberto.guevara@itesm.mx


Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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