Monterrey

Araceli González: México con miras al mundial de futbol

Más allá de los temas de coyuntura, de los escándalos por doquier incluso en torno a la Miss Universo recién coronada, de la política de la 4T y de los vaivenes de la economía un tema crucial en la agenda nacional es la seguridad.

México enfrenta una serie de retos de alta complejidad que afectan todos los aspectos de la vida pública.

La inseguridad en entidades como el Estado de México, Tabasco, Michoacán, Guerrero y otros cimbran a la sociedad y ponen en evidencia la falta de políticas públicas claras y efectivas para enfrentar este flagelo.

De manera particular el país enfrenta retos significativos que impactan la organización y el potencial desarrollo del mundial de fútbol del 2026.

Nadie duda que este evento representa una oportunidad histórica para proyectarnos en el escenario internacional y al mismo tiempo dinamizar la economía, sin embargo, expone serias vulnerabilidades tanto estructurales como sociales que pueden condicionar el éxito de esta justa deportiva y afectar aún más la percepción global que se tiene de México.

Las autoridades mexicanas en distintos puntos del país, particularmente donde serán las sedes mundialistas, se preparan asignando recursos que más que resolver los problemas estructurales maquillan muchas de las debilidades del país, esto particularmente lo observamos en las urgentes y prontas reparaciones que se están llevando a cabo en el aeropuerto internacional Benito Juárez de la Ciudad de México después de años de abandono, o la acelerada construcción de un monorriel en Monterrey.

Estas mejoras aparentes no minimizan las críticas condiciones de inseguridad que, entre otros rubros, se reflejan en los altos índices de homicidios que superan los 30 mil anuales, de acuerdo con el INEGI, además del incremento del crimen organizado y la sofisticación tecnológica de los cárteles que ya han incursionado en el uso de drones en sus delitos.

Los casos más recientes de violencia como los ocurridos en el estado de Michoacán y de protestas sociales como las de la marcha de la Generación Z, ilustran el desafío de garantizar la integridad de la población, y para el caso del mundial de fútbol la de los asistentes, atletas y demás participantes, porque si bien podemos tener una contabilidad más o menos cercana del índice de homicidios, los delitos llamados de bajo impacto como son los asaltos en vía pública o las deficiencias a la seguridad personal y a la propiedad ponen en jaque a las autoridades federales y estatales.

No podemos ignorar que la FIFA ha diseñado protocolos de seguridad sin embargo su ejecución dependerá de una precisa coordinación entre los gobiernos federal, estatales y municipales lo cual hasta el día de hoy muestra serias deficiencias.

La imagen de México como sede mundialista está de deteriora continuamente. Urge que las autoridades en todos los niveles de gobierno trabajen efectivamente para revertir la imagen colectiva que se tiene sobre la violencia la cual no solamente está presente entre los mexicanos, sino que predomina en el imaginario internacional, baste ver distintos titulares de la prensa extranjera.

Sabemos que existe la posibilidad, que en caso de llevarse a cabo un episodio grave de seguridad antes o durante el mundial, la FIFA podría retirarle la sede a algunos estadios o incluso la sede total a México, afectando aún más la reputación y las oportunidades económicas asociadas al evento. No podemos olvidar que el propio Departamento de Estado de los Estados Unidos mantiene alertas de viaje para varias zonas del país lo que aumenta aún más la inquietud en turistas y delegaciones visitantes.

La Federación mexicana en coordinación con la FIFA llevan más de 3 años trabajando en el diseño de protocolos integrales que incluyen la protección de infraestructuras críticas como la de los estadios hasta procesos que implican la gestión y manejo de multitudes.

Se ha estado trabajando en un plan interinstitucional denominado “Estadio Seguro” y se han endurecido penas para conductas violentas que pongan en riesgo la seguridad deportiva, además, esta planeación contempla la exclusión de aficionados sancionados en coordinación con la interpol y organismos regionales que al tiempo estarán siendo capacitados para garantizar la seguridad, no obstante está en duda la capacidad para llevar a cabo estos protocolos de seguridad cuando las autoridades federales, estatales y locales a la fecha no han sido capaces de garantizar la propia seguridad de sus habitantes.

El mundial de fútbol es, sin lugar a dudas, un evento que podrá capitalizarse en positivo para nuestro país no obstante los retos de la seguridad son multidimensionales. Se requiere coordinación, transparencia y profesionalismo para enfrentar los riesgos reales.

Al mismo tiempo será necesario enfrentar los riesgos reales de la fragmentación social y del descontento de diversos sectores de la población que pueden, bajo esta justa deportiva, expresar sus demandas ya que la atención mundial estará puesta sobre México y las otras sedes mundialistas. El gobierno no la tiene fácil.

La autora es Doctora en Relaciones Internacionales, especialista en Asuntos Globales y Política Internacional. Profesora investigadora de la Escuela de Gobierno y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey.

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