Desde el primer momento en el que obtuvimos una conciencia, nos ha aquejado el tiempo, la melancolía de un recuerdo que no volverá o el terror de un futuro poco alentador.
De igual forma, el tiempo nos ha favorecido al aprender de los errores del pasado o al tener la capacidad de ver más allá del presente para anticiparnos a eventos y lograr superarlos con estrategia.
Por esa razón escribo este conjunto de palabras e ideas, para invitarlos a hacer una reflexión sobre su relación con el tiempo y el dinero, siendo estos dos pilares indiscutibles del progreso.
Hasta la fecha, los investigadores no terminan de entender por completo el concepto del tiempo, sin embargo, la percepción que nosotros tenemos de él es muy real y puede generarnos beneficios o estragos.
La interacción que tenemos al desplazarnos por el presente, pasado y futuro es clave para nuestro éxito, y con “éxito” me refiero a nuestra plenitud y tranquilidad.
Me gusta pensar que no existe un presente tal cual, es tan efímero que, cuando eres consciente del mismo, ya te encuentras en el pasado. Por eso me gusta clasificar mi relación con el tiempo de dos formas.
La primera forma es la interacción del pasado y futuro en el ultracorto plazo: una persona que presta atención al detalle tendría una buena relación con este tipo de interacciones.
Alguien que se encuentre pensando en otra actividad futura mientras realiza una en el presente, tendría que replantearse como mejorar su comportamiento.
La segunda es la interacción del pasado y futuro de largo plazo, el cual, por una mala relación, comienza a generar estragos en personas a través de niveles excesivos de ansiedad: querer tener el control del futuro es imposible, pero muchas veces lo olvidamos y eso es lo que nos genera el malestar.
Por el otro lado, también debemos evitar el polo opuesto, que viene siendo no planear nada, ya que dejar todo al azar nos trae connotaciones negativas.
En la misma sintonía, debemos hacer consciencia del uso de nuestros recursos en el ultracorto plazo para nuestras actividades diarias que, convencionalmente, se le conoce a nivel empresarial como el “capital de trabajo”; por el lado del largo plazo, lo ideal sería buscar una distribución eficiente de los recursos para ir materializando la construcción de planes.
Nos cuesta mucho trabajo ver el futuro de largo plazo y estar presentes en el ultracorto plazo, sin embargo, esas son las dos virtudes que nos darán la plenitud.
Por esa razón quiero darte algunos consejos para que puedas ir mejorando tu relación con estos dos.
En cuanto la primera forma de la relación con el tiempo: visualizar tu mejor versión, algo específico, pero hasta cierto punto inalcanzable, el objetivo es darte dirección, más que llegar al destino y, en función a esto, ir estableciendo metas de 5 años, 1 año, 1 mes, diarias, hasta llegar a la acción que estás haciendo en este momento.
De esa manera, estarías conectando los dos tiempos (el de largo plazo y el de ultracorto plazo), generando un sentimiento de propósito.
Con relación al estar presente en el ultracorto plazo, existe un término llamado “el estado de Flow” el cual vale la pena estudiar para aspirar a él. Este estado te permite prestar mucha atención a una actividad que realizas y sentirte completo.
Puede suceder cuando te concentras al jugar futbol, cocinar, estudiar, bailar, etc. Lo importante es que la experiencia tenga un equilibrio entre la habilidad que tienes y el grado de dificultad. Si la actividad es muy difícil te frustrará, si es muy fácil, te aburrirá, por eso debe tener el equilibrio perfecto para que puedas alcanzar el estado de Flow.
Finalmente, cierro este artículo recordándote que no dejes pasar la reflexión de identificar la relación con el tiempo de ultracorto plazo y con el de largo plazo, ya que estas dos terminan siendo piezas clave que van definiendo nuestras acciones y nuestra identidad.
El autor es es profesor investigador en el Departamento de Contabilidad y Finanzas el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.